sábado, 19 de enero de 2013

¿Quieres saber cómo se escribe tu nombre en japonés?




A diferencia de los occidentales, los japoneses no emplean un alfabeto, si no más bien silabarios y kanji. Los kanji son netamente pictóricos y se emplean para representar palabras cuyo origen es el idioma japonés.

El katakana es uno de los dos silabarios japoneses empleados en la escritura, el otro es el hiragana. El katakana es el más antiguo los dos, proviene de la simplificación de caracteres más complejos de origen chino que llegaron antes del comienzo del aislamiento cultural japonés que duró desde el s. XV hasta finales del s. XIX.

El katakana, al contrario que los kanji, no tiene ningún valor conceptual, sino únicamente fonético. Gráficamente, presentan una forma angulosa y geométrica, se compone de 46 caracteres que representan sílabas formadas por una consonante y una vocal, sólo la letra ‘n’ va sola.
El katakana se emplea para escribir palabras tomadas de otros idiomas, tales como nombres propios extranjeros, onomatopeyas, y para destacar palabras concretas, en este sentido equivale a poner entre comillas. También se escriben en katakana los nombres de animales en textos científicos, aunque en otros textos esos mismos nombres se suelen escribir en kanji o hiragana.

En realidad, los dos silabarios; haragana y katakana, son equivalentes, fonéticamente hablando, aunque cada uno tiene distintos usos.

Aquí te dejo tu nombre en katakana. Úsalo para lo que quieras,  para marcar tus cosas, un tatuaje o lo que se te ocurra. Si te gustaría saber otros nombres saber solo tienes que Pinchar aquí y escribir tu nombre en el recuadro tal y como te dicen las indicaciones.


Aquí os dejo algunos ejemplos:
 
amadeo
Amadeo


antonio
 Antonio




asusenshion
Ascensión

sanchi
Santi


karumen
Carmen


shema
Chema


horuhe
Jorge


hose    igunashio
José Ignacio



fuan
Juan


fuan mi
Juanmi


raura
Laura

manueru
Manuel

marukosu
Marcos


maria
María



maria        hose
María José


mariru
Marilu


montsuse
Montse


pezuro
Pedro


rafaeru
Rafael


rauru
Raúl





rosa
Rosa


santosu
Santos


toni
Toñi

Reflexión diaria. Jacinto Benavente.

Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio

La vida es como un viaje por la mar: hay días de calma y días de borrasca; lo importante es ser un buen capitán de nuestro barco.
                                                                             Jacinto Benavente

viernes, 18 de enero de 2013

José Rodríguez Cánovas


Personaje ilustre cartagenero
y abuelastro de un amigo mío de face, Antonio Vila Rosales.

Sí, amigos, hoy quiero hablaros de José Rodríguez Cánovasun cartagenero que nació el 17 de junio de 1899 y falleció en 1975. Periodista y poeta, perteneciente a la Generación de 27, hombre generoso y condescendiente que nunca se mostró indiferente ante las injusticias sociales, alzando, si era necesario, un grito de protesta para guardar el equilibrio social por el que luchó. 

José Rodríguez Cánovas  fue un escritor sensato, generoso y elegante que, lejos de caer en el dogmatismo profesional, llevó a cabo una labor de defensa de los valores autóctonos y espirituales de Cartagena.


 Es por esto, que como cartagenera, me veo en la obligación de hacerle a Cánovas mi pequeño homenaje y es que no encontramos ningún estudio sobra la cultura de Cartagena en el siglo XX sin que aparezca el nombre de José Rodríguez Cánovas. En definitiva, recopilar la obra de este autor supone abrir una puerta hacia la historia, a personajes ilustres que visitaron la ciudad y a libros raros y curiosos ya que, por encima de todo, siempre prevaleció su amor por esta ciudad.


Poemas en prosa






Su primer libro

De 1932 es el libro de José Rodríguez Cánovas titulado Jesús y Judas (Imprenta H. Escarabajal, Cartagena), que consta de dos partes: una literaria, “Jesús de Nazareth”, a modo de ‘figura de la Pasión’ mironiana, y otra ensayística, “Judas de Kerioth”, en la que, entre otras cosas, se realiza una bella glosa del primer capítulo de las Figuras de la Pasión del Señor, el dedicado a Judas.





Rodríguez Cánovas es un autor capaz de captar la belleza efímera de la realidad y dotado de un poder de persuasión, lo suficientemente grande, como para suscitar el interés de cualquier público, alterna su labor periodística y su compromiso social con una intensa actividad pública, que se plasma en un gran número de conferencias. 

En 1941 publica su libro “Historia de la Cruz Roja en Cartagena”.

El 22 de septiembre de 1961 se organizaron una serie de actos para honrar la memoria de Monroy en el primer centenario de su muerte, en el que intervinieron José Rodríguez Cánovas y Casimiro Bonmatí.

Además de su faceta periodística, no podemos olvidarnos de su vena poética y el género dramático que también cultivó, componiendo obras de corte clásico como el sainete “Golondrina la bolera”, con el que obtuvo el primer accésit en el Premio “Lope de Vega” convocado por el Ayuntamiento de Madrid.   
                               
En 1961 aparece su trabajo “Recuerdos del Teatro Circo”.




"Recuerdos del Teatro Circo. Recuerdos del Teatro Principal" es el libro del cartagenero José Rodríguez Canovas publicado en la Editorial Aglaya. En la obra, su autor invita al público a que conozca los capítulos más brillantes que conforman la historia de dos de los salones culturales más emblemáticos de Cartagena. Con una probada amenidad crítica han nacido estas páginas, en las que tanto hechos conocidos como olvidadas bellezas adquieren nuevo sentido, al ser interpretadas por quien ha hecho de su pasión local un cultivo inteligente y noblemente apasionado.





Su estudio sobre Isidoro Máiquez, ilustrado con fotografías del archivo del pintor cartagenero Vicente Ros, refleja la amenidad de la lectura de sus obras pero, sin embargo, todo su trabajo se organiza bajo una rígida base documental. Su amigo, el escritor Lorenzo Guardiola Tomás, dijo de esta obra que era la más lograda de José Rodríguez Cánovas y cita: “En una prosa que se saborea sin cansancio y que cuando se acaba aún sabe a poco. Nada falta y nada sobra. El relato es de una concisa belleza...”.


Esa atracción por lo autóctono le lleva a escribir, en 1970, su estudio “El Molinete de Cartagena: apuntes para su historia”, número 27 de su Colección Almarjal.


A mediados de ese mismo año se anuncia su proyecto de escribir un libro sobre la Universidad Popular de Cartagena. Esta obra fue un encargo de Carmen Conde en homenaje a su marido Antonio Oliver, fallecido en 1968.

Presentación del libro de José Rodríguez Cánovas “Antonio Oliver Belmás y la Universidad Popular de Cartagena”. Cartagena, 9 de febrero de 1971.



En febrero de 1975 y, ya acusado de una delicada salud, por iniciativa de su amigo José Ballester, fue propuesto para ser nombrado Académico Correspondiente de la Academia Alfonso X el Sabio de Murcia. Sus “Estampas de Cartagena en la Bella Época” iba a ser su último trabajo, ya que falleció el 21 de mayo de 1975.

Fuente El Eco Hernandiano. Fundación Cultural Miguel Hernández.

Reflexión diaria. Proverbio Africano.

Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio

Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se borran.
                                     Proverbio Africano


jueves, 17 de enero de 2013

Reflexión diaria. Vladimir Nabokov.



Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio


El romper de una ola no puede explicar todo el mar.
Vladimir Nabokov

miércoles, 16 de enero de 2013

Reflexión diaria. Kung FuTse, Confucio

Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio

Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla. 
       
                           Kung FuTse, Confucio

martes, 15 de enero de 2013

Reflexión diaria. Naguib Mahfuz.

José Ignacio Pérez Albericio


El amor es una barca con dos timones diferentes, y ha sido creado para ser llevado entre dos.

                                                Naguib Mahfuz

lunes, 14 de enero de 2013

Reflexión diaria. Gustave Flaubert.

Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio

Creo que si miráramos siempre al cielo, acabaríamos por tener alas.
Gustave Flaubert
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