domingo, 2 de diciembre de 2012

Tatuajes. Tatuajes tribales


Tribal  es un adjetivo que señala todo aquello perteneciente o relativo a una tribu. Una tribu, por otra parte, es una agrupación de un pueblo antiguo o un grupo social de un mismo origen, ya sea real o supuesto.
Las tribus antiguas surgían a partir de la asociación de distintas familias que convivían en una misma aldea o territorio geográfico. Estos grupos eran dirigidos por los jefes o patriarcas, que solían ser los ancianos. Los integrantes de la tribu compartían las mismas costumbres y creencias.
En la actualidad, la noción de tribu está asociada a lo que se conoce como tribu urbana. Se trata de subculturas que, por sus comportamientos, apariencias y/o creencias, se diferencian a la cultura dominante de la cual forman parte.

La tribu urbana se desarrolla en las ciudades y suele estar compuesta por adolescentes o jóvenes en búsqueda de un sentido de pertenencia. La vestimenta, el peinado y hasta el lenguaje común hacen que los miembros de la tribu urbana se sientan pares y forjen una identidad compartida. Esto hace que, muchas veces, las distintas tribus urbanas se enfrenten entre sí, ya que se ven como opuestas o rivales.


La noción de tribal se utiliza para denominar un cierto diseño de tatuajes. Los tribales no son figuras, sino símbolos que se tatúan ya sea por su significado como por su atractivo estético.
Estos tatuajes suelen respetar un patrón geométrico definido y, por su apariencia, recuerdan a los símbolos que se pintaban las antiguas tribus por motivos religiosos o ceremoniales.




Los tatuajes tribales son tatuajes consistentes en un dibujo enlazado que se repite todo el rato, por lo que podemos hacerlos del tamaño que deseemos y además se pueden lucir en cualquier parte del cuerpo siendo los brazos, tobillos, muñecas y cuello los más comunes.
También pueden lucirse en la espalda, en la zona lumbar, o incluso en la cabeza.










 






distintostribales.jpgtribales en el pie
























Generalmente, se realizan con tinta negra para conservar la simplicidad y no opacar el diseño elegido, que es quien le otorga el significado más fuerte al tattoo.



Reflexión diaria. Ernesto Sábato.

Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio

"Para ser humilde se necesita grandeza."
                                                                                                                      Ernesto Sábato



sábado, 1 de diciembre de 2012

Reflexión diaria. Khalil Gibran

Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio

"Si tu corazón es un volcán, ¿cómo pretendes que broten las flores?"
  
                                                                                                       Khalil Gibran




viernes, 30 de noviembre de 2012

El habla de Cartagena


escapadada cartagena murcia fin de semana Cartagena (Murcia)En Cartagena... 

- La gente no se siente empachada después de una comilona; ¡está fascosa!. 


- Cuando tenemos fiebre y el cuerpo dolorido no estamos malos; ¡estamos trastornáos!.


- Los cartageneros que no nos damos cuenta de las cosas; ¡estamos atontáos!.


- Los cartageneros no llevamos la camisa por fuera del pantalón, llevamos los jardares fuera.


- En Cartagena, como hay mucha humedad, las cosas no se oxidan; se enrobinan.


- No llevamos a la gente a hombros; la llevamos a coscaletas.


- Los cartageneros no somos gandules; no tenemos ardiles y somos bigardos.


- Los cartageneros no hacemos las cosas con prisa; las hacemos ¡a rabo sacáo!.


- En Cartagena no vamos a la feria, ¡vamos a los caballitos!.


- Los cartageneros, de alrededores, no vamos al casco antiguo de la ciudad; bajamos a Cartagena.


- Los cartageneros no envejecemos; nos volvemos carlancúos.


- En Cartagena no se pulsa el botón del telefonillo; se llama al fonoporta.

- En Cartagena las cosas no saben, sino que echan gusto.


- Los cartageneros no somos tozudos, somos más duros que Maiquez (alusión a la estatua del mentado actor dieciochesco, sita en la Plaza de San Francisco).

- En Cartagena no hay niños revoltosos; hay guizques (dícese del aguijón de una abeja).

- Tampoco somos vagos, ¡somos güevúos!.


- En Cartagena no existe el pestor, existe un olor a retestináo.


- En Cartagena las velas no se encienden con cerillas, se encienden con mistos de propaganda.


- En Cartagena no se hacen reuniones familiares, se junta tóa la jarca.


- En Cartagena no se comen albaricoques, se comen mayeros.


- Los frutos secos en Cartagena no se reblandecen, se ponen mustios y reveníos.


- Los cartageneros no orinamos improvisadamente contra una tapia, nos meamos contra una pareta.


- Y en San Juan no encendemos hogueras, encendemos fogaretas.


- En Cartagena no se mima a los hijos, los tenemos a piquico-rollo.


- Los cartageneros no nos quedamos dormidos, nos quedamos clisáos.


- En Cartagena cuando tenemos mal humor; se nos pone la follá en Canteras.


Reflexión diaria. Henry Frédéric Amiel

Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio


"Cualquier paisaje es un estado del espíritu."
                                                                                              Henry Frédéric Amiel

jueves, 29 de noviembre de 2012

Reflexión diaria. Henri Matisse.

Fotografía de José Ignacio PérezAlbericio

"Siempre hay flores para el que desea verlas."
                                                                                                                        
                                                                                                Henri Matisse


miércoles, 28 de noviembre de 2012

LLamar "zorra" a una mujer no es delito



Como algunos de vosotros sabréis a estas alturas, el que fue juez de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo, ha dictado una sentencia en la que afirma: Que llamar "zorra" a una mujer no es delito, ni falta, ni nada, porque quien usa ese adjetivo en realidad lo que quiere decir es que dicha mujer es astuta y sagaz. En base a ello, he aquí el escrito que le ha remitido una                     ciudadana.





No os lo perdáis.



"Estimado juez Del Olmo: Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta como es habitual en Su Señoría.

El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela Felicitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos:

Esta mañana mi tía abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una merecida impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su cosecha, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua española, mi querida tía abuela, mujer locuaz donde las haya, le ha saludado con un jovial "que te den, cabrito".

Se ha puesto como un energúmeno, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de mi tía abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos, y que en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad.
El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos, que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los suyos de usted, y a los de mi tía abuela, que le despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia dónde soplaba el viento.

Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil- llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno -expresado con la intención de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador- de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta.

Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca - entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia,
convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable.

Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies), enviándole mis más respetuosos saludos a las zorras de su esposa y madre.

Reflexión diaria. Howard Phillips Lovecraft.

José Ignacio Pérez Albericio

"Eran sensaciones; pero dentro de ellas había elementos increíbles de tiempo y de espacio...Cosas que en el fondo poseen una existencia clara y definida."
                                                                            
                                                                               Howard Phillips Lovecraft


martes, 27 de noviembre de 2012

Los Hijos de la Tierra. Jean M.Auel

Los hijos de la Tierra es el  nombre de una hexología escrita por la estadounidense Jean M. Auel y traducidos al castellano por Leonor Tejada. Los hechos de la histoira ocurren en Europa durante el Paleolítico, a mediados de la Glaciación de Würm.
La protagonista , Ayla, es una mujer de cromagnon que me ha tenido enganchada a cada uno de los seis libros desde este verano y ahora que los he terminado siento un síndrome de abstienncia. Me falta algo por las noches cuando me voy a la cama.
Recomiendo le hexología completa a todos aquellos que no la conozcan y estoy segura de que el buen lector no se sentirá decepcionado.





El Clan del Oso Cavernario
 
En la última fase de la Era Glacial, cuando neandertales y cromañones compartían la tierra, Ayla, una niña Cromañón de 5 años, queda aislada de su tribu por culpa de un terremoto y es acogida por un grupo de neandertales. Valiente e indomable la joven al principio inspira sorpresa, luego cautela y, por fin, es aceptada por parte del clan. Iza, la curandera y Creb, el Hombre Santo, cuidan de ella. Ayla se interesa por las cacerías y los preparativos de las armas, algo que está prohibido a las mujeres y que ella, no obstante, domina con maestría.



El Valle de los Caballos

Tras ser expulsada del clan de los neandertales, la joven Ayla decide buscar a los de su propia estirpe, los cromañones, y emprende un viaje lleno de peligros y aventuras hasta que encuentra una cueva donde refugiarse durante un tiempo.
Su extraordinario instinto de supervivencia y su mente inquieta le llevarán a grandes descubrimientos como hacer fuego «de piedra» y domesticar animales, entre ellos, la yegua Whinney, que se convertirá en su fiel compañera. Por otro lado, tendrá que combatir la soledad y el dolor por ese hijo de 'espíritus mezclados' que tuvo que dejar atrás.
El destino conduce a Ayla hasta Jondalar, un hombre del clan de los zelandonii herido, a quien lleva a su cueva para curarlo. Durante estos meses de convivencia comparten conocimientos, aventuras y sentimientos.




Los cazadores de mamuts

Después de unos meses en el Valle de los Caballos, la pareja formada por Ayla y Jondalar inician un nuevo viaje. Cuando se encuentran con los mamutoi, un clan de cromañones, deciden permanecer una temporada con ellos.
Los mamutoi son cazadores de mamuts que ya utilizan los huesos y el marfil para tallar esculturas, construir viviendas y fabricar herramientas. Con la piel de los mamuts fabrican vestidos y, además de cazarlos, los honran espiritualmente.
En la relación entre Ayla y Jondalar surgen las primeras dificultades, cuando coinciden con Ranec, un hombre atractivo, de rasgos exóticos, que se enamora de Ayla.


Las llanuras del tránsito
 
Ayla y Jondalar se despiden de los cazadores de mamuts y emprenden un largo viaje a través de Europa que durará más de un año, hacia las tierras de Jondalar, territorio de los zelandonii, lo que hoy en día es el Sur de Francia.
La pareja, acompañada de dos caballos y un lobo amaestrado, se expone a grandes peligros al atravesar ríos, glaciares y desiertos. Pero también compartirá habilidades y descubrimientos con diversos clanes, con los que se encontrará a lo largo del camino.
A pesar de todas las dificultades a las que deben enfrentarse, la pareja, impulsada por el fuerte deseo de establecerse finalmente en un lugar y conseguir un hogar, decide continuar el trayecto a través de una tierra inhóspita y desconocida.





Los refugios de piedra

Tras un difícil viaje a través de Europa, Ayla y su compañero llegan finalmente a la Novena Caverna de los zelandonii, el hogar de Jondalar, hoy día en el valle de la Dordoña francesa.
Los zelandonii sienten fascinación por las nuevas ideas que aporta la joven pareja pero también se muestran recelosos. Les llaman especialmente la atención el portalanzas, una nueva arma de caza muy eficaz, así como el rápido método de encender fuego con pedernal y pirita de hierro; sin embargo, el lobo domesticado y el extraño acento de Ayla causan reticencia.
Pero, gracias a sus habilidades curativas, su inteligencia y sus conocimientos, la protagonista Ayla logra finalmente ser aceptada, formaliza su relación con Jondalar y encuentra en la líder espiritual de la Novena Caverna una nueva compañera con quien compartir sus conocimientos.


La Tierra de las cuevas pintadas

Hace ya muchos años que Ayla, la niña cromañón, fue expulsada del Clan del Oso Cavernario y que inició su largo viaje por todo el continente europeo. Finalmente, en este libro, La tierra de las cuevas pintadas, se ha establecido en la cueva de donde procede su compañero Jondalar, con quien ha tenido una muy deseada hija llamada Jonayla. La joven lucha por encontrar un equilibrio entre sus nuevas obligaciones como madre y su preparación para convertirse en líder espiritual y en curandera. Durante su formación queda muy impactada al contemplar las maravillosas pinturas que se encuentran en algunas cuevas y le ayudan a sentirse especialmente cercana a la Madre Tierra.









Reflexión diaria. Henri Barbusse.

Fotografía de José Ignacio Pérez Albericio


"Las cosas pequeñas, si se ponen muy juntas, son mas grandes que las grandes."
Henri Barbusse


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