A veces, cambiamos y nos movemos porque sentimos estar en un sitio equivocado, pero otras, lo hacemos como parte de un camino que tenemos que recorrer. Son etapas diferentes de nuestra vida, y empezamos a caminar con nostalgia, con el corazón encogido por ese sentimiento de añoranza y de apego a las personas y a las situaciones con las que hemos convivido. Pareciera que empezamos de cero...
Según la Filosofía la palabra cambio significa devenir, movimiento. Y devenir es el proceso por el que algo llega a ser. Es el proceso del SER o el SER como proceso.
Así que es lógico pensar que cuando cambiamos de dirección, cuando nos movemos, no volvemos a empezar de cero, sino que seguimos los pasos de un proceso complejo: el de nuestra vida, la vida de cada uno de nosotros. Nuestra vida necesita de cada decisión, de
cada búsqueda, para llegar a ser lo que debe ser.
Cambiar el camino no es cambiar de vida. Cambiar el camino
no es apagar y volver a prender. Cambiar el camino no es tirar todo lo vivido,
quedarse sin nada y nacer otra vez. Cambiar el camino es continuar en ese
proceso, único para mí, como ser humano. Es seguir siendo yo misma pero
enriquecida por las experiencias acumuladas.