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domingo, 29 de abril de 2018

Me siento rota por dentro. Abril de 2018.



Ayer fue uno de los días más difíciles de mi vida, y antes de que llegara la noche llevándose el verde del paisaje, mi corazón dijo hasta aquí.  Las nubes se volvieron  rojas y anaranjadas como cada atardecer  envolviéndome  en un abrazo cálido y afectuoso pero fue insuficiente el intento, se me fue el azul ante la pérdida de dos seres queridos. 


Mi cuerpo  se derrumbó ante las heridas acumuladas,  y aunque quieres agarrarte a la vida no caben más  emociones en mi corazón lleno de sentimientos contradictorios.

Hace siete años descubrí la palabra pasión. ¡Ingenua de mí, no sabía lo que era! Recuerdo que hice un post  sobre ella descubriendo su aspecto, su apariencia, su forma, su color... hasta llegar a la Pasiflora, flor de la pasión o del sufrimiento. Porque pasión no es otra cosa que la acción y el efecto de padecer, es una perturbación o afecto desordenado del ánimo, es una tristeza, un abatimiento y un desconsuelo.  

Por otra parte ayer se atravesó en mi camino la palabra compasión. Son palabras tan hermosas y llenas de  un significado tan complejo que pocas personas llegan a ellas y cuando llegas lo haces con una punzada que te traspasa el alma. La compasión no es solo un sentimiento de tristeza que te provoca ver sufrir a otras personas.  No. Eso no es. Es ponerte en su lugar literalmente y padecerlo al mismo tiempo que ellos con la misma intensidad. Es la capacidad de empatía absoluta con el otro. No es que se te salten las lágrimas de emoción…es que te desgarras por dentro al igual que ellos.  No sabes muy bien si en ese momento les asistes a ellos o ellos a ti. No es una cosa ajena, es íntima, se fusionan el Tú y el Yo. 

Ayer realicé  una danza de dolor, un baile de almas que se sustentan a la vez,  se abrieron ante mí las flores desmayadas por el peso de su propia belleza y lloré….lloré como nunca.
                                                                                                     Rosa

A mi afligida hermana. Written by Juan Hidalgo Caballero


PARA MI AFLIGIDA HERMANA

No te aflijas tanto, hermana, ni te impongas tanto sufrimiento pues esas mariposas salidas de sus capullos se han echado a volar ahora para ser lo mejor que pueden ser e impregnar los lugares por donde despliegan sus alas luminiscentes.

Alégrate, hermana, porque te están guardando un lugar junto a la LUZ en alguna galaxia lejana donde solo importe el SER sin ningún otro atributo.

No te rompas, hermana, porque eso si que nos duele, pues los demás te vemos con los ojos terrenales de la incomprensión y de la razón.

No bajes la mirada, hermana, ni pierdas el horizonte pues la vida no ha de ser nunca desesperanza, eso es de débiles famélicos de espíritu. No temas por lo que has perdido tú sino alégrate por lo que han ganado ellas. Busca siempre lo mejor de cada suceso y decide tú lo que quieres sentir.

Aunque las lágrimas son como un bálsamo salutífero que arrastran el dolor, llora como lo hacen los reyes con la cabeza alta, el espíritu henchido y la lágrima breve. Sé árbol de buena raíz que se cimbrea sin romperse a pesar de la ventisca, sé faro que muestra el camino y samaritana para el penitente, eso es lo que tus hijos ya ven en ti y así tiene que seguir siendo siempre.
                                                                                     
                                                                                     Juan Hidalgo Caballero. Abril de 2018

      Sección. Invitad@ de hoy:
      Mi hermano.



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