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viernes, 27 de julio de 2018

Mi historia de Amor.

Aquí os dejo mi Historia de amor en vídeo



lunes, 25 de junio de 2018

La oruga de los dedos amarillos y el amor. Relato escrito por Rosa Fernández Salamanca


El sombrerero loco llena mi cuarto de preguntas que deja tiradas por el suelo para que yo las recoja, creo que en la cabeza no lleva un sombrero sino una boa tragándose un elefante.

¡Cuánto trabajo le das a la mente para ser un sombrerero loco! La respuesta es fácil. El amor es un sentimiento íntimo y cada loco lo vive a su manera. ¿Cómo yo siendo una niña voy a conocer todos los tipos de amor que existen? Sería una niña pedante y soberbia si por un momento creyera tener en mis manos tantas respuestas. Las respuestas pertenecen al mundo de las ideas, al mundo de Platón, que ya en sus Diálogos exploró cada rincón del alma humana. Yo solo soy una niña llamada Alicia, que vivo en el País de las Maravillas, entre la niñez y la edad adulta, entre la inocencia y la madurez. Platón me enseñó a tomar decisiones en mi vida, a hacer realidad mis sueños, gestionar mi tiempo y disfrutar de las amistades de por vida.


Hace muchos años, una oruga filósofo con los dedos amarillos de tanta nicotina, me retó a realizar un alegato muy difícil para mi corta edad. Me llevó a la famosa Biblioteca Hogwarts, de Harry Potter, y me concedió el tiempo necesario para presentar mi discurso. Estaba muy nerviosa cuando abrí un pequeño sobre azul y lacrado que decía: “Eros y Platón”. Todavía hoy día estoy añadiendo respuestas hipotéticas y posibles argumentos.
La oruga filosófica me metió sin darme cuenta en un camino empedrado de adoquines dorados interminable, donde cada día de mi vida tendría que buscar soluciones y ni siquiera sé si conocer al Mago de Oz me ayudaría.
No podía copiar a pesar de tener miles de volúmenes de libros delante, se trataba de implicarme personalmente en la respuesta.


Actualmente la mayoría de las personas no consideran el amor como una asignatura pendiente, piensan que lo saben todo sobre él o que no hay nada misterioso que saber, lo viven como un sentimiento espontáneo que surge por casualidad, sienten un enamoramiento, un deseo sexual, et voilà.
Pero la historia real que pocos conocen es que todas las noches cuando nos vence el sueño paseamos por un precioso campo de amapolas y no podemos despertar hasta que el mar que llevamos dentro, el Amor, nos toca suavemente y despertamos del hechizo.
Yo creo que la pregunta clave que deberías hacerte a ti mismo, Sombrero loco, sería: ¿cómo aprender a amar? Solo las personas que no pueden bajar del techo de tanto reír, las que se tiran de cabeza por el túnel y atraviesan los espejos, las que se encuentran en el desierto con un príncipe impecablemente vestido, pueden dilatar sus pupilas ante el Amor.
Si quieres la opinión de Alicia más de un siglo después de su aparición, es que el Amor por el que me preguntas no tiene nada que ver con el enamoramiento. Bella entiende, al igual que yo, que la Belleza es única y ama a todos los personajes con los que se encuentra de la misma manera a pesar de su aspecto de Bestia. Todos somos UNO. Da igual si tomas de la pócima o si muerdes la galleta, la puerta te llevará al mismo camino y solo tus lágrimas te harán salir a flote y acceder al otro lado de la puerta. Tenemos que darnos cuenta de que la Belleza que hay en un cuerpo, es la misma que la que hay en otro, somos iguales, compartimos una misma unidad. El Amor no tiene nada que ver con el enamoramiento ni el deseo sexual. El Amor por el que me preguntas es elevado y noble. Busca dar más que recibir. El pirata ama a la gaviota como la gaviota ama el Mar.
El Amor necesita tiempo, necesita que las hormonas se equilibren y que las mariposas reposen en el estómago, es un estado de consolidación con un compromiso de unir dos vidas y dos cuerpos. Y luego hay otro Amor que es el que está escrito en las leyes físicas del Universo, este Amor une las gotas de agua formando mares y océanos..
Conozco una canción que nos cuenta el mundo del revés; donde existen lobos buenos maltratados por ovejas, piratas honrados y brujas hermosas.
Donde antes estaba Alicia, ahora está El sombrerero loco aburrido bajo un árbol leyendo un libro muy extenso de leyes sin dibujos.


Escrito por Rosa Fernández Salamanca
Reservados todos los derechos de autor

El Principito y la amistad. Cuento corto escrito por Rosa Fernández Salamanca

¡Vaya!- dijo para sí, la oruga filosófica tocándose la barbilla. ¡Cómo voy a explicarle a este mocoso impertinente un concepto tan grande como la amistad!


Volvió a inhalar un poco de su cachimba milagrosa, miró al cielo como distraído y con una risita malvada comenzó su relato:
-Hace algunos años pasó por este mismo lugar un escritor Francés de nombre Antoine. Era un hombre culto y de gran sabiduría humana pero estaba un poco triste.
-¿Y por qué estaba triste? ¿Y qué tiene que ver eso con la amistad?
-Pequeño impertinente- dijo en voz baja. Los niños deben escuchar cuando las orugas filosóficas hablamos. 
Antoine era un reconocido piloto, pionero de la aviación moderna, y tuvo varios accidentes durante sus años de vuelo, uno de ellos en el desierto del Sahara. No tuvo hijos con su mujer y eso lo sumió en una gran tristeza porque no podía transmitir su sabiduría a sus descendientes.


Entonces, esta humilde oruga le propuso: -¿por qué no dejas la aviación y te conviertes en escritor? Podrías inventar en tus libros un niño al que le cedieras toda tu sabiduría. -Haré algo mejor- me dijo Antoine. Crearé un personaje lleno de curiosidad y tendrá que buscar todas las respuestas viajando por el Universo. Y después de fumarnos juntos unas cachimbas y hablar de asuntos de personas grandes desapareció. Nunca más volví a verle.

-Ohhhh! ¡Qué pena! 


-Bueno, pero no perdamos el tiempo con añoranzas del pasado y vamos a centrarnos en el tema que es la amistad:


Érase una vez un príncipe sin princesa que vivía en un planeta enano. No había más príncipes con quien jugar y solo se relacionaba con alguna que otra planta.


-Esa historia es parecida a la mía, señor oruga -dijo el Principito.
-No me interrumpas, niño.


Un día el príncipe sintió en su interior una llamada que le decía que en alguna parte de ese descomunal universo debían existir personas como él. Las plantas con las que se relacionaba no podían colmar su curiosidad innata ni tampoco llenaban la soledad de sus puestas de sol. Por fin, una noche decidió hacer su maleta y lanzarse al espacio en busca de otras personas. Dentro de ella metió la curiosidad que es lo único de valor que tenía consigo. A los pocos días de viaje llegó a un planeta que era cien millones de veces más grande que el suyo y se quedó desconcertado al ver que estaba lleno de personas por todas partes. Estaba asustado ante tanta confusión, la gente andaba muy rápido y apenas lo veían debido a su escasa estatura. Parecían grandes robots mecanizados, no tenían tiempo de hablar con nadie, ni mucho menos con un extraño niño de 6 años.
- ¡Anda…ese príncipe tenía la misma edad que yo!


- Te he dicho que no me interrumpas –le contestó la oruga. Si me sigues interrumpiendo no vas a comprender nada.
Allí no encontró a nadie que pudiera ser su amigo. ¿Entiendes, Principito?


- Sí, Señor oruga. Para tener amigos hay que tener tiempo para compartir con otras personas y no podemos ser herméticos como los robots sino que debemos abrirnos para que los demás puedan entrar en nosotros.


- ¡Y yo que pensaba que un Principito como tú no entendería nada! Te he juzgado mal. 
-Y ¿qué pasó entonces, señor oruga?


-El joven se marchó a toda prisa de ese lugar y cayó de cabeza en otro planeta que se encontraba a treinta años luz del anterior. Era un sitio tranquilo y campestre lleno de príncipes rubios que jugaban en el prado. Los príncipes al verlo lo ayudaron a levantarse del suelo y le curaron una pequeña herida que llevaba en la frente. Después le dieron a probar un batido de fresa que estaban tomando y en menos de cinco minutos todos reían a carcajadas, gastaban bromas y gritaban tonterías mientras disfrutaban dando volteretas como croquetas, trepando a las ramas de los árboles más altos y buscando escarabajos bajo las piedras. Al atardecer estaban muy cansados pero llenos de felicidad.
-Ya entiendo…los amigos hacen que vivamos la vida más intensamente, nos curan, comparten sus meriendas, nos hacen reír a carcajadas, y cuando llega la puesta de sol nos sentimos profundamente felices a su lado. ¿Es así?


-Tú lo has dicho Principito. No necesito explicarte las cosas. Eres un niño muy inteligente. Le pareces a tu padre.


-Yo no tengo padre, señor oruga. Yo vivo en un planeta tan pequeño como una caja de cerillas y allí no hay personas. Solo tengo un rosa y limpio mis volcanes.
- Pues como te iba contando…el joven príncipe, convencido de haber encontrado la amistad quiso volver a su casa contento porque había descubierto la respuesta a su curiosidad, pero al poner rumbo a su planeta se equivocó en los cálculos y cayó cerca de un lago de aguas cristalinas.



Era un planeta precioso, con unos giralunas enormes de blancos pétalos y unas puestas espectaculares de Luna. Las margaritas estaban por todas partes y las amapolas danzaban al ritmo del viento mientras las aves dormidas guardaban sus trinos para los primeros momentos del amanecer. Jamás había visto tanta belleza- pensó el niño al ver el paisaje. Sin embargo, algo le llamó la atención. No sabía muy bien lo que era pero una nostalgia invadió su corazón. En ese instante bautizó a aquel lugar como el PLANETA DEL SILENCIO. El niño se tumbó en el campo de giralunas y quedó oculto por las flores escuchando el mensaje que tenía para él aquel silencio.
¿No dices nada ahora Principito? Te has quedado como el príncipe curioso de mi historia.
El Principito, sentado junto a la oruga filosófica, mantuvo el silencio durante tres largas horas. Y Al final dijo:
-Ahora lo entiendo todo. Ese príncipe de tu historia soy yo. Yo soy ese niño curioso del que hablas que necesita saberlo todo, y tú me has ayudado a saber quién soy viendo mi propio reflejo en tu espejo. Hemos compartido el mismo silencio. Ahora sé que tengo un verdadero amigo en ti.


Cuento corto escrito por Rosa Fernández Salamanca
Reservados todos los derechos de autor

jueves, 7 de junio de 2018

El Principito y la amistad. Escrito por María Dolores Vilar Albaladejo y Rosa Fernández Salamanca.

Hola amig@s: hoy os quiero traer una pequeña historia dividida en dos partes. La primera parte está escrita por María Dolores Vilar Albaladejo y la segunda es mi respuesta a lo que ella me plantea. Seguimos con la temática de Cuentos para todas las edades. Remix de personajes y valores.


EL PRINCIPITO Y LA AMISTAD
                         Escrito por María Dolores Vilar Albaladejo. 
                                             Primera parte

El pequeño Principito se marchó de la fiesta de no cumpleaños sin despedirse del Sombrerero Loco. Pensativo, siguió su camino por el bosque prestando atención a todo. Llegó a un claro lleno de flores, se acercó a obsérvalas y maravillado vio que eran rosas blancas. Él nunca había visto rosas blancas, solo conocía rosas rojas. Miró a su alrededor y espantado vio como unos naipes pintaban las rosas de color rojo. Se acercó a un naipe y le pregunto:
- ¿Por qué convertís las rosas blancas en rojas? 


El naipe no se inmutó, andaba muy atareado pintando a toda velocidad. De repente llegó una liebre blanca con su reloj y exclamó:


-¡Deprisa, deprisa, se acerca la Reina de Corazones¡ ¡Pintad todas las rosas, no hay tiempo, si no termináis os cortará la cabeza¡

La liebre se dirigió al Principito. 


-Amigo, tráeme los guantes blancos, deprisa, no hay tiempo. 
El Principito le contestó:
- Yo no tengo ningún amigo, sólo una rosa y tres volcanes. ¿Qué es un amigo?


La libre no le contestó y siguió corriendo. Al Principito no se le puede dejar una pregunta sin contestar, salió corriendo detrás de la liebre gritando: ¿Qué es un amigo?.... 


En mitad de la carrera se cruzó una lenta oruga filósofa de dedos amarillos.


-¿Dónde vas tan corriendo pequeño? El Principito le contó que iba detrás de la liebre del reloj esperando que le respondiera a su pregunta.


- ¿Qué pregunta? 
- Un amigo….¿ Qué es un amigo?
- ¿Qué tipo de amigo? 
El Principito con su cara de asombro le preguntó:
- ¿Cuántos tipos de amigos hay? ¿Es como los tipos de amor?


La oruga filósofa empezó su disertación: 


-Hay amigos que son conocidos, hay amigos cercanos, lejanos, amigos espirituales, amigos físicos…
El Principito le interrumpió: -¿Que son los amigos espirituales? ¿Que son los amigos físicos? 
La oruga inhaló el humo de su cachimba preparándose para darle una respuesta…

Segunda parte: Escrita por Rosa Fernández Salamanca

¡Vaya!- dijo para sí, la oruga filosófica tocándose la barbilla. ¡Cómo voy a explicarle a este mocoso impertinente un concepto tan grande como la amistad!


Volvió a inhalar un poco de su cachimba milagrosa, miró al cielo como distraído y con una risita malvada comenzó su relato:
-Hace algunos años pasó por este mismo lugar un escritor Francés de nombre Antoine. Era un hombre culto y de gran sabiduría humana pero estaba un poco triste.
-¿Y por qué estaba triste? ¿Y qué tiene que ver eso con la amistad?
-Pequeño impertinente- dijo en voz baja. Los niños deben escuchar cuando las orugas filosóficas hablamos. 
Antoine era un reconocido piloto, pionero de la aviación moderna, y tuvo varios accidentes durante sus años de vuelo, uno de ellos en el desierto del Sahara. No tuvo hijos con su mujer y eso lo sumió en una gran tristeza porque no podía transmitir su sabiduría a sus descendientes.


Entonces, esta humilde oruga le propuso: -¿por qué no dejas la aviación y te conviertes en escritor? Podrías inventar en tus libros un niño al que le cedieras toda tu sabiduría. -Haré algo mejor- me dijo Antoine. Crearé un personaje lleno de curiosidad y tendrá que buscar todas las respuestas viajando por el Universo. Y después de fumarnos juntos unas cachimbas y hablar de asuntos de personas grandes desapareció. Nunca más volví a verle.

-Ohhhh! ¡Qué pena! 


-Bueno, pero no perdamos el tiempo con añoranzas del pasado y vamos a centrarnos en el tema que es la amistad:


Érase una vez un príncipe sin princesa que vivía en un planeta enano. No había más príncipes con quien jugar y solo se relacionaba con alguna que otra planta.


-Esa historia es parecida a la mía, señor oruga -dijo el Principito.
-No me interrumpas, niño.


Un día el príncipe sintió en su interior una llamada que le decía que en alguna parte de ese descomunal universo debían existir personas como él. Las plantas con las que se relacionaba no podían colmar su curiosidad innata ni tampoco llenaban la soledad de sus puestas de sol. Por fin, una noche decidió hacer su maleta y lanzarse al espacio en busca de otras personas. Dentro de ella metió la curiosidad que es lo único de valor que tenía consigo. A los pocos días de viaje llegó a un planeta que era cien millones de veces más grande que el suyo y se quedó desconcertado al ver que estaba lleno de personas por todas partes. Estaba asustado ante tanta confusión, la gente andaba muy rápido y apenas lo veían debido a su escasa estatura. Parecían grandes robots mecanizados, no tenían tiempo de hablar con nadie, ni mucho menos con un extraño niño de 6 años.
- ¡Anda…ese príncipe tenía la misma edad que yo!


- Te he dicho que no me interrumpas –le contestó la oruga. Si me sigues interrumpiendo no vas a comprender nada.
Allí no encontró a nadie que pudiera ser su amigo. ¿Entiendes, Principito?


- Sí, Señor oruga. Para tener amigos hay que tener tiempo para compartir con otras personas y no podemos ser herméticos como los robots sino que debemos abrirnos para que los demás puedan entrar en nosotros.


- ¡Y yo que pensaba que un Principito como tú no entendería nada! Te he juzgado mal. 
-Y ¿qué pasó entonces, señor oruga?


-El joven se marchó a toda prisa de ese lugar y cayó de cabeza en otro planeta que se encontraba a treinta años luz del anterior. Era un sitio tranquilo y campestre lleno de príncipes rubios que jugaban en el prado. Los príncipes al verlo lo ayudaron a levantarse del suelo y le curaron una pequeña herida que llevaba en la frente. Después le dieron a probar un batido de fresa que estaban tomando y en menos de cinco minutos todos reían a carcajadas, gastaban bromas y gritaban tonterías mientras disfrutaban dando volteretas como croquetas, trepando a las ramas de los árboles más altos y buscando escarabajos bajo las piedras. Al atardecer estaban muy cansados pero llenos de felicidad.
-Ya entiendo…los amigos hacen que vivamos la vida más intensamente, nos curan, comparten sus meriendas, nos hacen reír a carcajadas, y cuando llega la puesta de sol nos sentimos profundamente felices a su lado. ¿Es así?


-Tú lo has dicho Principito. No necesito explicarte las cosas. Eres un niño muy inteligente. Le pareces a tu padre.


-Yo no tengo padre, señor oruga. Yo vivo en un planeta tan pequeño como una caja de cerillas y allí no hay personas. Solo tengo un rosa y cuido de unos cuantos baobabs.
- Pues como te iba contando…el joven príncipe, convencido de haber encontrado la amistad quiso volver a su casa contento porque había descubierto la respuesta a su curiosidad, pero al poner rumbo a su planeta se equivocó en los cálculos y cayó cerca de un lago de aguas cristalinas.



Era un planeta precioso, con unos giralunas enormes de blancos pétalos y unas puestas espectaculares de Luna. Las margaritas estaban por todas partes y las amapolas danzaban al ritmo del viento mientras las aves dormidas guardaban sus trinos para los primeros momentos del amanecer. Jamás había visto tanta belleza- pensó el niño al ver el paisaje. Sin embargo, algo le llamó la atención. No sabía muy bien lo que era pero una nostalgia invadió su corazón. En ese instante bautizó a aquel lugar como el PLANETA DEL SILENCIO. El niño se tumbó en el campo de giralunas y quedó oculto por las flores escuchando el mensaje que tenía para él aquel silencio.
¿No dices nada ahora Principito? Te has quedado como el príncipe curioso de mi historia.
El Principito, sentado junto a la oruga filosófica, mantuvo el silencio durante tres largas horas. Y Al final dijo:
-Ahora lo entiendo todo. Ese príncipe de tu historia soy yo. Yo soy ese niño curioso del que hablas que necesita saberlo todo, y tú me has ayudado a saber quién soy viendo mi propio reflejo en tu espejo. Hemos compartido el mismo silencio. Ahora sé que tengo un verdadero amigo en ti.


Cuento corto escrito por Rosa Fernández Salamanca
Reservados todos los derechos de autor

sábado, 4 de mayo de 2013

Cuento: EL perro y el conejo.



Un señor le compró un conejo a sus hijos. A su vez, los hijos del vecino le pidieron una mascota a su padre. El hombre compró un cachorro Pastor Alemán.

El vecino exclamó:

- ¡Pero él se comerá a mi conejo!

- De ninguna manera, mi pastor es cachorro. Crecerán juntos, y serán amigos. Yo entiendo mucho de animales. No habrá problemas.

Y parece que el dueño tenia razón. El perro y el conejo crecieron juntos y se hicieron amigos. Era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés.
Un viernes, el dueño del conejo se fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia.
El domingo en la tarde el dueño del perro y su familia tomaban una merienda, cuando entró el perro a la cocina.

Traía al conejo entre los dientes, sucio de sangre y tierra, y además muerto. Casi matan al perro de tanto agredirlo.
Decía el hombre:

- El vecino tenia razón, y ahora ¿qué haremos?.

La primera reacción fue echar al animal de la casa como castigo, además de los golpes que ya le habían dado. En unas horas los vecinos iban a llegar. Todos se miraban, mientras el perro afuera lamía sus heridas.

Uno de ellos tuvo la siguiente idea:
- Bañemos al conejo, lo dejamos bien limpito, después lo secamos con el secador y lo ponemos en su casita en el patio.

Así lo hicieron; hasta perfume le pusieron al animalito. Quedó lindo! "parecía vivo", decían los niños, y allá lo pusieron, con las patas cruzadas como si estuviese durmiendo.
Luego al llegar los vecinos se sintieron los gritos de los niños.
No pasaron cinco minutos cuando el dueño del conejo vino a tocar a la puerta, algo extrañado.

- ¿Que pasó? le dijo su vecino.

- El conejo murió.

- ¿Murió?

- Si, murió el viernes.

- ¿Murió el viernes?

- Si, fue antes de que viajáramos. Los niños lo habían enterrado en el fondo del patio…

Autor Desconocido

El gran personaje de esta historia es el perro. Imagínate al pobrecito, desde el viernes buscando en vano por su amigo de la infancia.Después de mucho olfatear, descubrió el cuerpo enterrado.

¿Qué hace él? Probablemente con el corazón partido, desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños, imaginando poder resucitarlo.

El hombre tiene la tendencia a juzgar anticipadamente los acontecimientos sin verificar lo que ocurrió realmente.

¡Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas de las situaciones y nos creemos dueños de la verdad!

Pensemos bien antes de juzgar las acciones de los demás y de emitir juicios sobre las situaciones, pero no dudemos en someter a un severo juicio a nuestros propios pensamientos y actitudes.

(Pues ya tengo un duro trabajo para realizar en los próximos meses)




lunes, 4 de febrero de 2013

El alpinista. Cuento corto.


Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros.
Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima.

La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de la vida... Él pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos...
SÍ, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar: -"AYÚDAME DIOS MÍO..."
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:

-"¿QUÉ QUIERES QUE HAGA?"
-"Sálvame Dios mío."
-"¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?"
-"Por supuesto Señor "
-"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE..."

Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...

Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... A DOS METROS DEL SUELO...


martes, 25 de diciembre de 2012

La carreta vacía. Cuento corto.

Alejandra caminaba con su padre cuando éste, de repente, se detuvo en una curva del camino. Después de un breve silencio le preguntó:

- “Además del cantar de los pájaros, ¿qué oyes Alejandra?”

La niña paró, aguzando sus oídos. Después de unos segundos respondió:

- “Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca.”

- “Muy bien - respondió su padre -. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía.”

Alejandra, asombrada, preguntó a su padre:

- “¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto?”

Entonces el padre respondió:

- “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace.”

Alejandra se convirtió en adulta y, siempre que veía una persona interrumpiendo una conversación y hablando demasiado de sí misma, de forma inoportuna o violenta, o presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo:

- "Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace."

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cuento: "Arreglar el mundo" de Gabriel García Márquez

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. 

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención. 
De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. 

Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie". Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo". Al principio el padre no creyó en el niño!


Pensó que sería imposible que, a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? De esta manera, el padre preguntó con asombro a su hijo:
- Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste? Papá, respondió el niño; yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era.

"Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo".

GABRIEL GARCÍA MARQUEZ

martes, 20 de noviembre de 2012

Sabiduría indígena


Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.
Él les dijo:
“¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!… ¡es entre dos lobos!
“Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, rabia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad.
“El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe.
Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra.
Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo:
“¿Y cuál de los lobos crees que ganará?”
El viejo cacique respondió, simplemente… “El que alimentes….”

martes, 6 de noviembre de 2012

El perro sabio. Cuento de Gibrán Jalil Gibrán.



Un día, un perro sabio pasó cerca de un grupo de gatos. Y viendo el perro que los gatos parecían estar absortos, hablando entre sí, y que no advertían su presencia, se detuvo a escuchar lo que decían. Se levantó entonces, grave y circunspecto, un gran gato, observó a sus compañeros.
-Hermanos -dijo-, orad; y cuando hayáis orado una y otra vez, y vuelto a orar, sin duda alguna lloverán ratones del cielo.
Al oírlo, el perro rió para sus adentros, y se alejó de los gatos, diciendo:
-¡Ciegos e insensatos felinos! ¿No está escrito, y no lo he sabido siempre, y mis padres antes que yo que lo que llueve cuando elevamos al Cielo súplicas y plegarias son huesos, y no ratones?”


lunes, 5 de noviembre de 2012

Canción de amor. Gibrán Jalil Gibrán.


Entrada al museo de Jalil Gibrán en Becharré, Líbano. Fotos: Manuel Toledo, BBC Mundo

Cuento

Cierta vez, un poeta escribió una hermosa canción de amor. E hizo muchas copias y las envió a sus amigos y conocidos, hombres y mujeres, y también a una joven que había visto tan sólo una vez y que vivía más allá de las montañas. Y cuando pasaron dos o tres días vino un mensajero de parte de la joven, trayendo una carta. Y la carta decía:

"Déjame decirte que estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto y habla con mis padres para tratar los preparativos de la boda".

Y el poeta respondió, diciendo en su carta:

"Amiga mía, la canción que le envié no era sino una canción de amor brotada del corazón de un poeta, cantada por todo hombre y a cualquier mujer."

Y ella le escribió a su vez, diciendo:

"¡Hipócrita y mentiroso! ¡Desde hoy, hasta el día en que me entierren, odiaré a todos los poetas por su causa!"

sábado, 3 de noviembre de 2012

Cuento de Gibrán Jalil Gibrán. Vestiduras.


Vestiduras

Cierto día Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron:
-Bañémonos en el mar.

Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió.

Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino.

Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra.

Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas no lo ocultan a sus ojos.


Gibrán Jalil Gibrán
Fotografía: Rosa Fernández

sábado, 8 de septiembre de 2012

Cielo o infierno

Hola amigos, hoy os dejo aquí un cuento lleno de sabiduría. Espero que nos sirva de utilidad a todos nosotros pero se lo quiero dedicar a una amiga, Carmen Cavero.

Según cuenta un antiguo relato japonés, un belicoso Samurái desafió en una ocasión a un maestro en artes marciales a que le explicara el concepto de cielo e infierno. Pero el monje respondió con desdén:
"No eres más que un patán. ¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú!".
Herido en lo más profundo de su ser, el Samurái se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y gritó:
"Podría matarte por tu impertinencia".
Eso, repuso el monje con calma, "es el infierno".
Desconcertado al percibir la verdad en lo que el maestro le señalaba con respecto a la furia que lo dominaba, el Samurái se serenó, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo al monje la lección.
Y eso, añadió el monje, "es el cielo".

"La paz interior se halla cuando el que la busca deja de hacerlo, no por haberla encontrado, sino por descubrir que siempre estuvo con él y no fuera de él".

viernes, 29 de junio de 2012

El príncipe azul no existe... pero tú puedes ser princesa



Había una vez un muchacho que le preguntó a una chica si 
se quería casar con él.
La muchacha dijo: NO !!!

Y la muchacha vivió feliz para siempre ...................


Sin lavar,

sin cocinar,  


sin planchar para nadie,


saliendo con sus amigas,


tirándose al que le daba la gana, 


gastando su dinero en si misma 


y sin trabajar para ninguno.

                                                        FIN


...El problema es que de chiquitas, NO nos contaban estos cuentos...

Y... ¡NOS JODIERON CON EL CUENTO DEL MALDITO PRINCIPE AZUL!.........


Para todos aquellos hombres que dicen, 
¿para qué comprar la vaca cuando puedo tener leche gratis? 
Tenemos que decirles que: Hoy día el 80% de las mujeres 
está en contra del matrimonio. 
¿POR QUÉ?
 Bueno, porque las mujeres se han dado cuenta que no vale la pena comprar el
marrano entero por una salchichita. 


jueves, 31 de mayo de 2012

El ego


Érase una vez....un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción.

Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo.

El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.

Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema.

Regresó de nuevo y dijo: "Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo, sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto".

El científico pegó un salto y gritó: "¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?".

"Justamente aquí", respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo. "Todo lo que hace falta para descubrir al 'ego' es una palabra de adulación o de crítica".

Jagninet


jueves, 24 de mayo de 2012

Cuestión de percepción...

Hace unos día vi en Internet un cuento muy curioso que me dio que  pensar... y es que a veces somos muy cerrados en nuestros pensamientos. Aquí os lo dejo por si os sirve de algo en algún momento determinado.


Trabajaba un padre en su despacho cuando entró su hija pequeña al borde de un ataque de nervios, medio llorosa y compungida.
- ¿Qué pasa hija? ¿Por qué estás tan deprimida?
- ¡Es que mi mesa se desordena demasiado fácilmente! - Dijo la niña.
- Enséñamelo.
 
Fueron a la habitación de la niña, y esta enseñándole la mesa le dijo:
- ¿Ves? Yo la ordeno, pero se desordena demasiado fácilmente.
El padre extrañado le dice:
- Enséñame como la mesa está ordenada.
 
La niña recoge todo, pone la taza con los lápices arriba a la derecha, una libreta arriba a la izquierda, una regla a la derecha, una goma de borrar abajo a la izquierda y así sucesivamente hasta que al fin, contenta, dice sonriendo:
 
- ¡Ya está!
El padre, extrañado pregunta:
- ¿Y si cambio esto de aquí, un poco a la izquierda?
- ¡Ah no Papi! Así ya no está ordenada.
- Ah ¿Y si tomo esto otro y lo cambio por esto?
- ¡Aun me la desordenas más!
- ¿Y si cambio de sitio la taza de los lápices por la libreta?
 
La niña, al borde de las lágrimas dice:
- ¡Papa! ¡Me estás desordenando toda la mesa!
- No, hija no, la mesa no está desordenada. Lo que pasa es que tú tienes muchas imágenes para que la mesa esté mal, y sólo una para que esté bien.

Anónimo.

Y le he enseñado el cuento a  mi hijo, que por cierto tiene la habitación siempre fatal, y me ha contestado:
jo, lo mismo que te pasa a ti, que tienes muchas imágenes de cuándo mi habitación está desordenada y sólo una de cuando está ordenada. 
JA, JA. me parece que me ha ganado la batalla, ¿no creéis?
                                                                                                 Rosa.

sábado, 19 de mayo de 2012

La verdadera riqueza


Un día como cualquiera, un padre de una familia adinerada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito  de que su hijo viera cuan pobre era la gente que vive en el campo.

Estuvieron pasando todo el día y la noche en una granja de una familia campesina muy humilde.

Al concluir el viaje, ya de regreso a casa, el padre le pregun­ta a su hijo:

Padre: ¿Qué te pareció el viaje?

Hijo: Muy bonito, papa

Padre: ¿Viste lo pobre que puede ser la gente?

Hijo: Si

Padre: ¿Y qué aprendiste?

Hijo: Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cinco. Nosotros tenemos una piscina larga hasta  la mi­tad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la muralla de casa, el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia, tú y mi mamá tienen que trabajar todo el día y casi nunca los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su hijo agregó:

Gracias papá, por enseñarme lo ricos que podemos lle­gar a ser!!!

Autor desconocido

viernes, 20 de abril de 2012

La felicidad de no depender

La historia se refiere a un individuo que se mudó de aldea, en la India, y se encontró con lo que allí llaman un sennyasi. Éste es un mendicante errante, una persona que, tras haber alcanzado la iluminación, comprende que el mundo entero es su hogar, el cielo su techo y Dios su Padre, que cuidará de él. Entonces se traslada de un lugar al otro. Tal como tú y yo nos trasladaríamos de una habitación a otra de nuestro hogar. 
Al encontrarse con el sennyasi, el aldeano dijo: 
"¡No lo puedo creer! 

Anoche soñé con usted. Soñé que el Señor me decía: 

-Mañana por la mañana abandonarás la aldea, hacia las once, y te encontrarás con este sennyasi errante- y aquí me encontré con usted." 

"¿Qué más le dijo el Señor?" Preguntó el sennyasi. 

Me dijo: "Si el hombre te da una piedra preciosa que posée, serás el hombre más rico del mundo ... ¿Me daría usted la piedra?" 

Entonces el sennyasi revolvió en un pequeño zurrón que llevaba y dijo: 
"¿Será ésta la piedra de la cual usted hablaba?" 

El aldeano no podía dar crédito a sus ojos, porque era un diamante, el diamante más grande del mundo. "¿Podría quedármelo?" 

"Por supuesto, puede conservarlo; lo encontré en un bosque. Es para usted." 

Siguió su camino y se sentó bajo un árbol, en las afueras de la aldea. El aldeano tomó el diamante y ¡qué inmensa fue su dicha! Como lo es la nuestra el día en que obtenemos algo que realmente deseamos. 

El aldeano en vez de ir a su hogar, se sentó bajo un árbol y permaneció todo el día sentado, sumido en meditación. 

Al caer la tarde, se dirigió al árbol bajo el cual estaba sentado el sennyasi, le devolvió a éste el diamante y dijo: "¿Podría hacerme un favor?" 

"¿Cuál?" le preguntó el sennyasi. 

"Podría darme la riqueza que le permite a usted deshacerse de esta piedra preciosa tan fácilmente?" 


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