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lunes, 16 de abril de 2012

Ansiedad por separación



 Qué es la ansiedad por separación?
El trastorno de ansiedad por separación hace referencia básicamente a los niños que sienten un miedo extremo a tener que separarse de las figuras a las que tienen mayor apego - padres, abuelos, cuidadores, etc-  o del hogar; aunque esta separación sea de forma puntual, como cuando los padres planean salir por la noche y dejar al niño al cuidado de otra persona. El trastorno de ansiedad por separación puede ir acompañado de depresión, tristeza o miedo a que algún miembro de la familia se vaya o muera. Aproximadamente uno de cada 25 niños experimenta trastorno de ansiedad por separación.

Entre los síntomas más usuales se encuentra la excesiva preocupación por los daños potenciales hacia uno mismo (por ejemplo: contraer alguna enfermedad o accidente en la escuela). El niño también puede evitar actividades que signifiquen de algún modo  la separación de sus padres, como asistir a campamentos de verano. Son comunes las pesadillas y las afecciones somáticas como: temblores, sudoración, dolores de cabeza y de estómago, y vómitos.



El tratamiento cognitivo-conductual de la ansiedad por separación se basa en enseñar al niño algunas habilidades fundamentales. Se enseña al niño a reconocer sentimientos ansiosos relativos a la separación, así como  a identificar sus reacciones físicas ante ellos. A reconocer sus pensamientos ante las situaciones de separación  y a desarrollar un plan para afrontar la situación. También se instruye al niño sobre cómo evaluar y valorar el éxito de sus estrategias positivas de afrontamiento. Además, se utilizan estrategias de comportamiento como: modelos, juegos de rol, técnicas de relajación y prácticas de refuerzo. Se le pide que hagan una lista de situaciones que puedan resultar un reto para ellos como pueden ser: asistir a una fiesta de cumpleaños sin sus padres o permanecer en casa con una “canguro” y se les enseña a aplicar sus habilidades gradualmente, siendo sus éxitos bien valorados por los terapeutas y por sus padres.
Recientes investigaciones han demostrado que la incorporación de los padres de una forma más activa en el tratamiento de los niños con trastornos de ansiedad puede ser muy útil en la reducción del comportamiento ansioso del niño y el mantenimiento y mejora de la efectividad del tratamiento. Constantemente se enseñan nuevas formas de interactuar con el niño, lo que da como resultado que los miedos no se refuerzan inadvertidamente. También se instruye a los padres sobre formas de valorar y dar refuerzo positivo a lo conseguido.


NIMH (Instituto Nacional de la Salud Mental)
DSM- IV (Asociación Americana de Psiquiatría)
CIE -10 (Organización Mundial de la Salud)

domingo, 26 de febrero de 2012

¿Qué es la agorafobia?

Ja, Ja...no me he reído tanto con un chiste gráfico hace tiempo.



La agorafobia es el miedo y evitación a estar en lugares o situaciones de los cuales pueda ser difícil o embarazoso escapar, o en los que pueda no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico o síntomas similares –sensación de ahogo, taquicardia, mareos, despersonalización, desrealización, pérdida del control de esfínteres, nausea-. Como consecuencia de este miedo, la persona evita las situaciones temidas, las soporta con gran ansiedad o malestar y, generalmente, tiene la necesidad urgente de estar acompañada.
Con frecuencia, este miedo se suele experimentar en medios de trasporte como el metro, el avión o el coche. Se manifiesta de igual forma al alejarse de casa, en  lugares públicos como centros comerciales, en la cola de de un mercado, el cine o en eventos multitudinarios. En otras ocasiones, el miedo es simplemente la anticipación de que pueda volver a producirse una crisis de pánico en un lugar donde previamente se sufrió una.


Es precisamente esa angustia la que ayuda a desarrollar un comportamiento de evitación que va limitando la movilidad en la vida cotidiana. En otros casos, esta limitación no es tan evidente debido a que el agorafóbico consigue trasladarse con gran malestar, o bien habiendo organizado en su entorno todo un dispositivo de acompañantes que le ayuden a superar su incapacidad para desplazarse.


La mayoría de personas que sufren este trastorno no tienen una conciencia clara de que muchos de los síntomas que padecen, tanto de orden físico como psíquico, tienen un nexo común que es el miedo irracional y la sensación de desprotección.


Durante la crisis pueden también aparecer nauseas, sudor intenso, sensaciones extrañas en la cabeza, hormigueo en manos y pies, molestias estomacales y también una desagradable sensación de inestabilidad que suelen interpretarse como crisis vertiginosa.


Éstos y otros síntomas se suelen interpretar por la mayoría de las víctimas del pánico como un trastorno físico y solicitan un examen médico después de esta primera experiencia o de otras subsiguientes.


En general, estos exámenes no suelen revelar ningún problema físico que explique la dramática situación vivida. Ante esta noticia, muchos pacientes siguen en la convicción de que sufren algo físico pero que no ha estado correctamente explorado o bien de que se les está ocultando una enfermedad fatal.


Ello acostumbra a ser el principio de una cadena de consultas interminables y de un creciente aislamiento del agorafóbico respecto de su entorno ya que no encuentra una salida a su trastorno ni comprensión alguna a su sufrimiento.


 En cualquier caso, debe dejarse claro que la agorafobia tiene tratamiento con un alto porcentaje de éxito. La mejor manera de eliminar las limitaciones –evitaciones y ansiedad- que produce este trastorno es haciéndole frente con la ayuda de un profesional especializado


Fuentes:
NIMH (Instituto Nacional de la Salud Mental)
DSM- IV (Asociación Americana de Psiquiatría)
CIE -10 (Organización Mundial de la Salud)

sábado, 28 de enero de 2012

Trastorno de pánico

¿Qué es el trastorno de pánico?

Las personas con trastorno de pánico experimentan sentimientos de terror que se producen de repente y sin aviso. No pueden predecir cuando ocurrirá y muchas desarrollan una ansiedad intensa entre los episodios, al temer cuándo y dónde se producirá el siguiente.


Esto precisamente fue lo que me pasó a mí. Nunca había sentido ansiedad, ni sabía lo que era hasta que un día ésta apareció en forma de pequeño ataque de pánico en un puesto de Hippyes.
Lo pasé fatal, no sabía lo que me ocurría; tenía mucho calor, empecé a sudar, no fijaba la mirada porque tenía las pupilas dilatadas (ahora sé el porqué) y me sentía mareada, con sensación de vértigo. Así fue cómo de pronto empecé a sentir miedo, miedo a volver a sentir el miedo que sentí en ese momento. ES MIEDO AL MIEDO.


Hay comentarios de personas que afirman:
"Empezó hace 10 años justo después de obtener mi título universitario e iniciar un nuevo trabajo. Estaba asistiendo a un seminario comercial en un hotel y esa cosa apareció de repente. Me sentí morir".


“Para mí, un ataque de pánico es una experiencia muy violenta. Me siento como apartada de la realidad. Como si fuera a perder el control de una forma muy extrema. Mi corazón late con mucha fuerza y no puedo respirar con facilidad, también se apodera de mi un sentimiento de que algo terrible va a pasarme".


“Entre ataque y ataque aparece el miedo y la ansiedad de que pueda sucederme de nuevo. Temo ir a los lugares donde me ha sobrevenido el ataque. A menos de que pueda conseguir ayuda, pronto no habrá lugar donde me pueda sentir segura”.


Si experimentas un ataque de pánico, muy probablemente tu corazón latirá con fuerza y te puedes sentir débil, mareado o con la visión borrosa. Las manos pueden experimentar hormigueo o sentirlas entumecidas, así como experimentar excesivo calor o frío. También puedes sentir nauseas, dolor en el pecho o sensación de ahogo, sentido de irrealidad o miedo, de muerte inminente o pérdida de control. Es posible que creas que estás teniendo un ataque cardíaco, te estás volviendo loco o que te hallas al borde de la muerte.


Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento, incluso durante el sueño. Yo me despertaba de noche con un malestar increíble, con náuseas, empapada en sudor, mareada y con los latidos a mil. Me asustaba muchísimo sobre todo hasta que supe que eran pequeños ataques de pánico y tardaba un buen rato en serenarme. Recuerdo que un día al despertarme tan bruscamente pensé que me estaba muriendo y que si no hubiera sido porque me desperté no me habría enterado. Ja, ja, ahora me río, pero es horrible cuando no sabes lo que hacer , cómo actuar  ni qué te ocurre. Suele llegar a su cumbre en 10 minutos, aunque algunos síntomas pueden durar mucho más.


Los trastornos de pánico afectan a un 2,5%  de la población, es dos veces más común entre las mujeres que entre los hombres. Suele aparecer después de la adolescencia o temprana madurez. El riesgo de padecer ataques de pánico parece provenir de factores hereditarios. No todo aquel que experimenta ataques de pánico desarrollará un trastorno de pánico –por ejemplo, muchas personas tienen un ataque de pánico pero nunca experimenta otro-. Para aquellas personas que tienen un trastorno de pánico, sin embargo, es importante la búsqueda de tratamiento; de lo contrario, el trastorno puede llegar a ser altamente limitante.


Muchas personas con trastorno de pánico suelen efectuar repetidas visitas a las salas de urgencias de los hospitales o consultar con varios doctores antes de obtener un diagnóstico adecuado y pueden pasarse años sin saber que padecen una enfermedad real y con tratamiento. Por supuesto yo también visité a un montón de especialistas; oftalmólogo, otorrino, y neurólogo... y todos decían que estaba perfecta, que no me pasaba nada.


Los trastorno de pánico pueden ir acompañados de otros trastornos como depresión, abuso de drogas o alcoholismo y puede conducir a patrones de evitación o lugares o situaciones donde ocurrieron los ataques de pánico. Por ejemplo, si el ataque de pánico se produjo en un ascensor,  es posible que se desarrolle un miedo a los ascensores. No es bueno evitar las situaciones temidas porque esto provoca un agravamiento del problema y limita nuestra vida cotidiana.
La vida de algunas personas se ven limitadas en actividades tan normales como las compras diarias o conducir nuestro coche. En algunos casos se encierran en sus casas o solamente se atreven a afrontar las situaciones temidas si van acompañados por sus parejas o alguna otra persona en quien confíen. Esto también lo he vivido yo en primera persona. Empecé a utilizar personas que me servían de apoyo para poder ir a ciertos sitios, evitaba cualquier situación en la que me pudiera sentir sin ayuda si se produjera un ataque de pánico. Cuando la vida de las personas se ve limitada de esta forma, como suele suceder en un tercio de los afectados por un trastorno de pánico,  se denomina agorafobia. La prontitud en el tratamiento puede a menudo prevenir la agorafobia. 
El trastorno de pánico es uno de los trastornos de ansiedad más fácilmente tratables, respondiendo en la mayoría de los casos a una terapia adecuada.


La característica esencial de este trastorno es la presencia de crisis recurrentes de ansiedad grave (pánico) no limitadas a ninguna situación o conjunto de circunstancias particulares. Son por tanto imprevisibles. Como en otros trastornos de ansiedad, los síntomas predominantes varían de un caso a otro, pero es frecuente la aparición repentina de palpitaciones, dolor precordial, sensación de asfixia, mareo o vértigo y sensación de irrealidad (despersonalización o desrealización). Casi constantemente hay un temor secundario a morirse, a perder el control o a enloquecer. En mi caso, yo nunca pensé que me iba a dar un ataque al corazón ni que me estaba volviendo  loca, simplemente me sentía mal. Tanto la frecuencia como el curso del trastorno, que predomina en mujeres, son bastante variables. A menudo el miedo y los síntomas vegetativos del ataque van creciendo de tal manera que los que los padecen terminan por salir, escapar, de donde se encuentran. Si esto tiene lugar en una situación concreta, por ejemplo, en un autobús o en una multitud, el enfermo puede en el futuro tratar de evitar esa situación. Del mismo modo, frecuentes e imprevisibles ataques de pánico llevan a tener miedo a estar sólo o a ir a sitios públicos. Un ataque de pánico a menudo se sigue de un miedo persistente a tener otro ataque de pánico.


Hay que saber que un trastorno de pánico solo es tal en ausencia de fobias concretas. Es decir cuando no hay nada en concreto que te produzca el miedo sino que éste es imprevisible.


Puedes seguir todos los artículos relacionados con este tema en la página de La ansiedad

martes, 10 de enero de 2012

Síntomas de ansiedad

Ya hemos visto que la ansiedad es un mecanismo de defensa que mantiene al cuerpo alerta ante cualquier peligro y nos ayuda a la huida o a la lucha. La ansiedad, es algo bueno, siempre que exista un peligro real pero se convierte en nuestro mayor enemigo cuando se dispara el mecanismo sin que haya situaciones reales que nos puedan dañar.


Voy a empezar poniendo hoy una lista de los síntomas más frecuentes que padecen las personas que tienen ansiedad independientemente de que sean conscientes de ello o no. Hay muchas personas con ansiedad que ni siquiera saben que están sufriendo esta enfermedad, no saben lo que les pasa, y lo achacan a cualquier motivo más lógico según su parecer.

  1. Taquicardia y palpitaciones.
  2. Dilatación de pupilas.
  3. Hipersudoración.
  4. Boca seca
  5. Inquietud psicomotora.
  6. Temblores en manos, pies o cuerpo en general.
  7. Constricción de la mayoría de los vasos sanguíneos.
  8. Sensación de falta de aire, dificultad para respirar, opresión en el pecho.
  9. Tensión abdominal.
  10. Náuseas, vómitos.
  11. Sensaciones de mareo o vértigo.
  12. Inestabilidad en la marcha.
  13. Moverse continuamente de acá para allá.
  14. Tocar algo con las manos continuamente.
  15. Hiperactividad global.
Muchos de estos síntomas son los que padecen las personas con ansiedad pero no es necesario sufrirlos todos, es suficiente con padecer algunos de ellos para considerar que estamos pasando por un cuadro de  ansiedad. 
Me gustaría poner ejemplos prácticos de situaciones en las que estos síntomas se nos presentan y no somos conscientes de ello.
  • Si te sientes mareado a lo largo del día de forma caprichosa o inconstante...
  • Si cuando estás parado mucho tiempo con alguien te sientes inestable, como que pierdes el equilibrio...
  • Si te crees que necesitas gafas o revisarte las viejas porque en ciertos momentos no enfocas al escribir...
  • Si te resulta imposible leer una revista en la consulta de un médico mientras esperas porque no enfocas...
  • Si cuando estás en una cola de un supermercado o de un banco te agobias o sientes la necesidad de moverte...
  • Si cuando vas a grandes centros comerciales te sientes mal.
  • Si los sitios con mucha gente te empiezan a agobiar, cuando antes te gustaban.
  • Si en tiendas pequeñitas con muchas cosas por todas partes, crees que las vasa a tirar porque te vas para los lados...
  • Si evitas los ascensores, los lugares concurridos, los medios de transporte público como el metro o el autobús en horas punta...
  • Si sientes que te asfixias al ir andando y hablando al mismo tiempo.
  • Si has perdido un poco la ilusión que te caracterizaba...
  • Si haces malas digestiones a menudo o sientes pellizcos gástricos que te impiden comer...
  • Si te entran taquicardias repentinas, o dolor/opresión en el pecho...
  • Si te despiertas brúscamente por la noche sintiéndote muy mal, sudando, como si te pasara algo malo...
  • Si evitas coger el coche cuando siempre te ha gustado conducir...
  • Si ya no tienes ganas de viajar o salir tanto de casa...
...Es muy posible que estés pasando por un cuadro de ansiedad.  El cuerpo empieza a darte un aviso de que tienes que frenar el ritmo, que tienes que plantearte la vida de otra forma, que tienes que vivir más el momento y no preocuparte tanto por el futuro, que tienes que darte más momentos de relajación, que tienes que dedicar más tiempo a cosas que te apasionen...

Que tienes que aprender a no exigirte tanto, a ser menos perfeccionista, a dejar cosas sin hacer en función de otras, a establecer prioridades en la vida, a tomarte tu tiempo de no hacer nada o de hacer lo que te gusta, a relajarte, a respirar, a meditar, a escuchar música...


                                                                                   Rosa



Si te interesa este tema sigue las entradas en la página de La ansiedad.

lunes, 9 de enero de 2012

¿Qué es la ansiedad?


Ya os he contado anteriormente mi experiencia con la ansiedad y a partir de ahora vamos a analizarla un poco más detenidamente con palabras sencillas para que todos podamos entenderla. 

La ansiedad es un mecanismo que tiene el cuerpo para ponernos alerta ante el peligro y provocar en nosotros una repuesta de evitación o huida. Es una herramienta de supervivencia y como consecuencia es bueno tener ansiedad. De hecho sería peligroso vivir sin ella. Sin embargo el problema aparece cuando el cuerpo se activa sin que exista realmente un peligro real para el individuo.

Pongamos ejemplos prácticos para entender cómo nos ayuda la ansiedad en nuestra vida.

En la época Prehistórica, el hombre se enfrentaba en muchas ocasiones al peligro cuando aparecían de repente grandes animales que querían atacarle y es entonces cuando de forma automática se activa fisiológicamente el cuerpo para hacer frente a ese imprevisto. Nos hace sentir miedo para prevenir males mayores. 

La persona en ese momento dilata las pupilas para tener un campo de visión más amplio,  empieza a hiperventilar para hacer un aporte extra de oxígeno a la sangre, se produce una taquicardia que bombea mayor cantidad de ésta a las extremidades aumentando los latidos del corazón  y de esta forma la persona puede huir con rapidez  o atacar al animal que le acecha. 

Actualmente nos hace pararnos súbitamente cuando alguien nos grita ¡Cuidado…! salir corriendo cuando vemos venir un coche a toda velocidad,  apartarnos cuando alguien nos va a dar un puñetazo, o enfrentarnos a la persona que nos agrede.
Pero ¿qué pasa cuando este mecanismo se pone en marcha sin que existan leones que nos acechan, ni coches que quieren atropellarnos, ni atracadores? Es entonces cuando estos síntomas que aparecen súbitamente empiezan a convertirse en un problema para nosotros.
                                                           
                                                                                                               Rosa

Continuará...

Para las personas interesadas en este tema podéis seguir el desarrollo del mismo en la página La ansiedad.

domingo, 8 de enero de 2012

Mi experiencia sobre la ansiedad



Ansiedad. Puta ansiedad. Enemigo público de la sociedad  actual. Ataca ferozmente a quien se muestra desprevenido... al fuerte, al débil, al hombre, al niño y a la mujer.

Avanza sigilosamente, de puntillas, se mete en tus entrañas pasando desapercibida. No respeta tu intimidad, no llama a la puerta, se instala de okupa en brazos de tu ingenuidad…
Y un día adviertes que no estás sola. Algo controla tus latidos, tu respiración, tus movimientos. Y es ella, la ansiedad.  Un estrés contenido a lo largo del tiempo, inadvertido, un exceso de actividad, un pensar constantemente en el ayer y en el mañana, un no parar de la preocupación.

¿Y por qué? ¿Por qué me tocó a mí? ¿Qué era aquella cosa que yo solamente asociaba con una vida problemática y llena de grandes conflictos?

Pues no había otra respuesta más que la vida. Vivir a tope, ocuparme y preocuparme por mi trabajo, por mis hijos, por mi casa.

 La mujer que trabaja fuera y dentro de su casa tiene que tener más cuidado con su salud. Siempre atareada, física y mentalmente, siempre con la cabeza en las cosas que faltan por hacer, una rutina continua que te desgasta sin darte cuenta. Fuerzas la máquina y es ella la que te avisa de que hagas un alto en el ritmo de vida, que bajes la aceleración o te verás  precipitando en una cuesta y sin frenos.
Si a todo esto le añades una personalidad perfeccionista, un gran sentido de la responsabilidad, una fama laboral satisfactoria, y un querer mejorar cada día, te encuentras con que tu nivel de exigencia hacia ti mismo se convierte en tu mayor enemigo aunque sea el que te mantiene ahí arriba.

Empecé a notar sus efectos tras un accidente de tráfico tras el que me quedé con una sensación de vértigo y mareo continuo. Empecé a preocuparme ya que los mareos  me venían en cualquier sitio y lo pasaba muy mal.
Al principio disimilaba, no quería que nadie notara que me encontraba mal pero era evidente mi rigidez de cuello y mis movimientos robóticos. Cuánta más gente había, más mareada me sentía, y empecé a coger miedo a ir a los sitios donde las aglomeraciones eran notables. Pero el temor y la evitación de las situaciones no hacían más que agravar mi problema y de pronto me di cuenta de que había algo en mi  interior que controlaba mi voluntad, ya no hacía las cosas que quería sino las que creía que iba a poder realizar.
Me sentía mal en las colas, donde estaba parada mucho tiempo sin moverme, sentada en una consulta , en la peluquería, en una reunión, o en cualquier sitio de donde yo pensara que era difícil escapar o salir disimuladamente. 
Mi mal se calmaba y desaparecía totalmente cuando salía de esas situaciones  pero como pescadilla que se muerde la cola cuantas más cosas evitaba más se alimentaba mi ansiedad y mis miedos.
¿A que todos tomamos una pastilla cuando nos duele la cabeza? Pues yo solucionaba mis problemas evitándolos, sin darme cuenta de que estaba entrando en un pozo sin fondo.

Antes de que aceptara que tenía ansiedad (para mí era imposible esa hipótesis porque no tenía grandes problemas y mi vida era fácil y feliz), hice un recorrido por todos los médicos especialistas que pudieran decirme por qué sentía esos mareos tan caprichosos. Y fue después de todo esto cuando decidí aceptar el hecho de que sufría de ansiedad y me hice una pequeña experta en el tema. Creo que podría haber realizado una tesis doctoral sobre esta enfermedad por la cantidad de libros leídos y la información recabada de todas las fuentes posibles.

Acudí a un psicólogo durante un mes y medio, porque me parecía que mi calidad de vida estaba por encima de los 50€ semanales que me llevaba, pero pronto me di cuenta de que una vez que asumes el problema, que sabes en qué consiste y conoces las técnicas necesarias sobre respiración y relajación puedes trabajar en solitario siendo consciente y sobre todo constante. Quizás si desde el principio hubiera visitado un psicólogo clínico que me hubiera hablado de la terapia cognitivo-conductual, en vez de un Psicólogo general, mi sufrimiento hubiera sido menor, pero ¿quién sabe dónde tiene que dirigirse cuando no sabe ni siquiera qué es lo que tiene?

Ahora ya lo sé, sufrí una ansiedad con pequeños ataques de pánico que podría haberse convertido en una agorafobia (en el sentido psicológico de la palabra).

Por eso, a partir de ahora, quiero dedicar esta página a los problemas de ansiedad. Compartir con mis amigos del día a día y con toda mi familia virtual todo lo que pueda aportar sobre el tema…Porque no se sabe lo que es la ansiedad y lo que te hace sufrir hasta que uno la pasa.
















                                                                                                                 Rosa.
Si quieres ver todos los artículos relacionados con este tema ve a la página de La ansiedad
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