Mostrando entradas con la etiqueta Relatos cortos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Relatos cortos. Mostrar todas las entradas

lunes, 2 de julio de 2018

Mi soldadito de plomo. Cuento escrito por Rosa Fernández. Mi versión personal de la historia



Si te gusta, no olvides suscribirte a mi canal de YouTube. Versión en vídeo y versión escrita.






MI SOLDADITO DE PLOMO






Los que habéis leído a Christian Andersen sabréis que los protagonistas de algunos de sus cuentos  cobran vida por la noche. No son personas reales, sino juguetes que se despiertan cuando todos duermen y que viven sus propias experiencias.  Las personas que escribimos podemos llegar a forjar sentimientos muy reales por los personajes que creamos, y en nuestras fantasías modelamos la realidad a nuestro  gusto jugando con el mundo de los sueños y la imaginación.  No es posible saber si las cosas que van a pasar en mi cuento ocurrieron de verdad o no.

En mi historia los juguetes cobran vida con los primeros rayos de luz  y  caen en un trance profundo  al anochecer. Nadie sabe lo que sucede en esas horas de oscuridad, en ese vacío de tiempo y memoria.

Lo acontecido en este relato nada tiene que ver con el soldadito de plomo de Andersen. Cualquier parecido con la ficción es pura coincidencia.


MI SOLDADITO DE PLOMO

Hace muchos, muchos años... había un soldadito destinado en una bonita ciudad. Era alto y apuesto como un príncipe y aunque era algo tímido paseaba por las calles orgulloso de sí mismo luciendo su uniforme.


Un  día, conoció  por casualidad a una bailarina de la cuál  se enamoró. La niña no había visto jamás un soldadito tan guapo y solo le bastaron unas cuantas conversaciones para saber que era el amor de su vida. 



Para el soldado no había más bailarina que ella.  Se enamoró locamente. La metió en sus sueños y le hizo un hueco  en su corazón de por vida.
Creo que se enamoraron como lo hacen los personajes de las películas  infantiles, como se enamoraron Anna y Cristoff, Rapunzel y Flynn Rider,  Pocahontas  y John Smith.  Sí.  Se enamoraron como  dos protagonistas de un cuento de niños y  fueron felices durante mucho, mucho tiempo, sin ser conscientes de que eran tan sólo dos juguetes en manos del destino.



Un día el soldadito recibió un comunicado  de que debía ir a la guerra.  Su país lo reclamaba en zonas de conflictos internacionales, no tuvo más remedio que cumplir con su obligación  de soldado,  y  lo hizo con orgullo a pesar del dolor de su corazón.  Se marchó sin volver la vista atrás para que nadie viera las lágrimas en sus ojos.

 

En el trascurso de las interminables batallas el soldado sufrió graves  heridas. El plomo de los fusiles enemigos se instaló en varias partes de su cuerpo, incluso hay en su espalda restos de metralla, que nos recuerdan el nombre de este cuento.






La guerra terminó, y la ciudad se llenó de júbilo al recibir a los soldados que por fin volvían a casa. Todas las familias abrazaron a sus seres queridos  menos la bailarina. Su soldadito no regresó con los demás. 

Lo estuvo esperando durante cuatro años pero ya había perdido la esperanza de que volviera. Quizás su soldadito había encontrado otro amor, o lo que es peor, puede que hubiera perdido la vida en combate. 

 La bailarina por su parte se volvió a enamorar, se casó y era muy feliz haciendo lo que siempre deseó; bailar.  La consagración de la primavera, El lago de los cisnes, El sueño de una noche de verano y otros muchos ballets…la hicieron  olvidar por completo al soldadito.

Durante los años que duró la guerra, el soldado recordaba cada día a su amada y su recuerdo le salvó la vida en más de una ocasión cuando se veía acorralado por fuego enemigo. Su imagen  se le aparecía de forma nítida evitando que se  abandonara  a la muerte en los momentos más difíciles. Lo último que escuchó fue un ruido brusco.



- Abuelo,  mira lo que he encontrado: un fusil, un traje de soldado y un soldadito de juguete.
- A ver... Este soldadito me lo regaló mi padre el año que empezó la guerra, lo llevé siempre conmigo  porque dijo que me daría suerte. ¡Y vaya si lo hizo! Me salvó la vida en más de una ocasión. Se llevó un montón de balas de plomo que iban dirigidas  a mí. Pensé que lo había perdido en el campo de batalla. ¿Dónde lo has encontrado?
- Estaba en el desván con tu traje y tu fusil, dentro de un arcón cerrado con llave. ¿Me lo puedo quedar, abuelo?
- Claro, hijo. Pero cuídalo mucho. Seguro que la abuela lo metió en ese cofre cuando regresé de la guerra y lo guardó con el resto de mis cosas.


El niño lo llevó a su habitación, lo puso encima de su mesilla y le dio las buenas noches. Después se quedó dormido pensando que esa figurita de apenas 10 cm había estado con su abuelo en la guerra. Era un soldado de verdad, su héroe.  No era un juguete cualquiera.



Y claro que no lo era, cuando la luz empezó a entrar en la habitación del niño,  el soldadito recobró la vida después de casi 30 años de oscuridad y se apresuró para ir  en busca de su bailarina. Tenía todo el cuerpo entumecido de la postura en la que había quedado en ese viejo arcón  y le costó bastante volver a caminar con paso firme.  Buscó a la bailarina por todas partes hasta que alguien le informó de que se casó y que llegó a ser una bailarina importante. No comprendía nada.  ¿Cuánto tiempo estuvo fuera? Se miró en un escaparate y vio el paso del tiempo en su rostro. Por primera vez se sintió juguete en manos del destino.

¡Había perdido el amor de su vida! Envuelto en la tristeza, decidió que tenía  que ir en su busca.  No quería morir sin verla de nuevo y explicarle lo sucedido.

Cuando la bailarina se retiró abrió una pequeña escuela de danza y  enseñaba a sus alumnas ballet clásico. 


El soldadito se presentó allí y al terminar la clase subió a buscarla. La encontró en una pequeña estancia, una habitación blanca muy acogedora. Había un gran espejo en la pared  y un aparato de música reproducía una y otra vez "El Cascanueces" de Tchaikovski.   Al encontrarse de nuevo las miradas,  la bailarina y el soldadito retrocedieron en el tiempo y se  emocionaron como lo hacían cuando eran jóvenes. Hablaron y bailaron   varias horas y con lágrimas en los ojos se despidieron rozándose los dedos.  Pero debieron perder la noción del tiempo mientras bailaban  porque el reloj tocó las 12 campanadas y los dos cayeron al suelo quedando  profundamente dormidos con los dedos meñiques unidos.

- Cariño, en cuanto despierte Teresa vas a tener que hablar seriamente con ella.  Ya no sé cómo decirle que no juegue con mi colección  de bailarinas de porcelana. Las saca de la vitrina y luego me las deja todas por ahí tiradas con sus juguetes. Y por si fuera poco ha dejado la música del cascanueces sonando toda la noche.



                       Cuento escrito por Rosa Fernández Salamanca

domingo, 1 de julio de 2018

Denuncia social. Ablación en África. Vivencia de cualquier niña africana.

Relato escrito por Rosa Fernández Salamanca

Si te gusta, no olvides suscribirte a mi canal de youtube.

Este relato puede herir la sensibilidad de algún oyente pero no contiene imágenes relacionadas directamente con la situación que se denuncia.



Si quieres leer la historia haz clic aquí

lunes, 25 de junio de 2018

Vivencia de cualquier niña en África. Escrito por Rosa Fernández Salamanca. Versión escrita y versión en vídeo.

Relato escrito por Rosa Fernández Salamanca

Si te gusta, no olvides suscribirte a mi canal de youtube.

Este relato puede herir la sensibilidad de algún oyente pero no contiene imágenes relacionadas directamente con la situación que se denuncia.








Jamelia está sentada sobre el suelo con las piernas abiertas. Dos mujeres la sujetan por los brazos, dos por las piernas y otra por la cintura procurando mantenerla inmóvil ante el dolor inminente. Es una niña de apenas 10 años que nació en un poblado situado a 50 km de Mogadishu, la capital de Somalia. La niña vive allí con su familia que se sustenta de la cría de ganado y de la agricultura. Se trata de un poblado con tradiciones muy arraigadas donde la mayoría de las mujeres ven como algo normal las prácticas de mutilación que dejan a las niñas con secuelas físicas y psicológicas arriesgándolas incluso a la muerte.

El ritual comienza al ponerle un cuchillo ardiendo entre las piernas, realizando unos cortes a derecha y a izquierda con el fin de quitarle los labios menores y el clítoris. La sangre empieza a brotar por todas partes y aunque a priori entumecen la zona con agua fría, los alaridos de Jamelia se clavan en mi cabeza como un taladro martilleando sin cesar. No puedo dejar de ver la sangre brotar de ese pequeño cuerpo en manos de esa mujer que actúa sobre ella con una frialdad propia de una carnicera a la que le pides que te trocee un pollo.


Aamori, es la partera que desde hace muchos años se dedica a realizar estas prácticas a todas las niñas del poblado antes de convertirlas en mujeres adultas. Es una mujer de avanzada edad que fue formada por su madre para continuar con la tradición de esta práctica, del mismo modo que ella iniciará a su hija para cuando ella falte. Es una mujer importante dentro del poblado, no es una curandera, se trata de una experta en mutilaciones femeninas con un prestigio enorme dentro de su territorio, por eso la llaman, Aamori, la mujer cualificada.


La madre, Kimya, nació en el poblado hace 27 años, tiene un hijo pequeño y dos hijas mayores que Jamelia. Su nombre significa “Silencio”, el mismo que guarda cuando observa todo el proceso desde cerca sin decir nada. Ha pasado por este trance tres veces en su vida y sigue siendo fiel a su nombre. Tal vez su propia naturaleza ha dotado a Kimya de una armadura que le impide recordar el dolor sufrido en su propia piel hace tantos años, siendo esa misma armadura la que sujeta su corazón para no morir al ver a su hija retorcerse ante la tortura consentida. Lo tiene tan interiorizado que se siente orgullosa de que Jamelia se esté convirtiendo en una mujer ante los ojos del poblado. Sabe que sin ese trámite no hay oportunidades. La mirada de Kimya oculta los grandes horrores del continente negro.

Hay que jugársela con la muerte, es la única posibilidad que tiene Kimia de darle de nuevo la vida a su hija. No hay otra alternativa: tiene que parirla por segunda vez. Es el único camino para evitar el destierro, poder ser madre y formar una familia en Somalia. No hay más opciones a su alcance.

Cuando terminan la extirpación genital pasan a coser la vagina con aguja e hilo para preservar la virginidad de la niña, dejando únicamente un pequeño orificio para que pueda salir la sangre de la menstruación y la orina. Orificio que provocará infecciones, quistes y enfermedades a lo largo de su vida.
Cuando se case, su marido cogerá una cuchilla y la abrirá. ¡Cuántas veces la humillación visitará el cuerpo de Jamelia!

No puedo dejar de mirar los ojos inmaculados de esa niña teñidos con el rojo del dolor, y el sufrimiento que tolera a pesar de su corta edad. No puedo cesar de escuchar sus alaridos entre los murmullos de mujeres que parecen ir a lo suyo sin escucharla, no puedo evitar mojarme con sus lágrimas que se precipitan hasta sus labios, los únicos que le quedarán para besar y para ser besados.
Jamelia, significa Bella, y para ser Bella en África hay que estar mutilada.


Relato escrito por Rosa Fernández Salamanca

sábado, 19 de mayo de 2018

Relatos cortos

Mi historia de Amor. Relato corto escrito por Rosa Fernández Salamanca.


Versión en vídeo y versión escrita.




La otra tarde, en La Guarida de Alicia en el País de las Maravillas celebramos nuestro  No- cumpleaños  y  mientras observaba con cara de asombro al señor oruga  tirado en su sofá y  escuchaba el canto de los gatos flamencos,  el sombrerero loco me pidió que le contara mi  historia de Amor con Juan. Y como toda historia tiene dos almas le he pedido a èl que me ayude a escribirla desde el principio aunque son vagos algunos recuerdos que tenemos del pasado.


En tiempos muy remotos, los navegantes y marineros pasaban meses navegando por mares y océanos desconocidos. Desde la cofa del palo mayor el vigía nos divisaba sobrevolando el mar y éramos  preludio de dicha y alegría para todos. No sólo indicábamos dónde había pesca abundante sino la proximidad de tierra firme. Llegar a una isla después de tanto tiempo en el mar  siempre fue motivo de ilusión para cualquier  marinero, por lo que mi presencia era celebrada  en aquellos momentos difíciles en los que las fuerzas empezaban a flaquear.


Voy dando saltos en el tiempo pero el mar sigue conmigo. Barcos pesqueros que cada día se adentran en el mar. Chillar de gaviotas, venta de pescado  en el puerto. Pescadores remendando  sus redes al atardecer,  olor a sal y a mar en las ropas. Los últimos rayos de Sol  presagian la inminente oscuridad y recuerdo q tengo que buscar refugio rápidamente. Me duermo sobre una roca y me visita el sueño: "Todas las respuestas están en ti, escucha tu corazón".  Estoy agotada, el sueño se desvanece y las voces se van silenciando en mi interior.


 Las primeras radiaciones amarillas me sorprenden sobre la roca, pero sin saber cómo, me veo cruzando el cielo. Me siento libre y aunque soy sencilla en el vestir tengo unas alas grandes, que me permiten desplazarme por todas las tonalidades del azul. Estoy volando. Desde las alturas diría que no hay nadie ni nada allá abajo. El azul cielo se confunde con el garzo marino  y veo las olas danzar al compás del viento, puedo andar sobre ellas y me abandono en un dulce abrazo q me mece. Me quedaría así eternamente. "Todas las respuestas están en ti, escucha tu corazón".


Veo personas que van y vienen. Me siento desorientada en la ciudad. Tengo hambre. Rebusco en los contenedores de basura algo que comer, un trozo de pan duro.  Tanta gente me desconcierta, no me gustan las multitudes. Busco el tejado de una vieja nave para descansar y tomar los restos de comida que encontré. Me siento deprimida y triste, el cielo está gris y lleno de contaminación,  sale de mí un grito desgarrador, un ruido estridente de mi garganta que evoca los acantilados y la fina arena de las playas. Mi nostalgia se repite en forma de graznidos repetitivos 


y es en ese instante cuando apareció ella. Estaba allí, mirándome fijamente. Una mujer de mirada intuitiva y llena de Luz.  Me observó durante un largo rato hasta que, por sorpresa para mí, me dirigió unos chillidos imitando mi idioma. No entendí nada de aquellos gritos pero su voz me devolvió la paz y la serenidad que había perdido desde que llegué a la ciudad. Fue mi primer contacto  directo con un ser humano. 


Vuelvo a estar sobrevolando las aguas mediterráneas, pero en esta ocasión no estoy sola, formo  parte de una pequeña bandada de gaviotas y nos dirigimos a una playa del Sur de España. Llegamos al Pico del Águila casi al atardecer, después de un largo viaje. Se trata de una pequeña montaña localizada en una de las playas de Mazarrón cuya cima tiene la forma de pico de pájaro. 

Nos asentamos todo el verano en esta cálida y tranquila zona y recuerdo la felicidad que me producía esa sensación de libertad en este mar abierto a la bahía.
Una tarde, antes de que el Sol se rindiera,  mientras descansaba en lo alto del pico en uno de mis recodos favoritos, vi subir por las escaleras que llevan al mirador  una mujer con un gorro blanco y un pareo negro. Vuelvo a sentir una emoción sin precedentes. Era ella de nuevo. Allí estaba con una cámara de fotos colgada al cuello. Buscaba distintos ángulos y sacaba fotos desde lo alto del mirador al pequeño acantilado que se eleva a pie de playa. Se oía el sonido de la cámara foto tras foto hasta que de repente sin saber cómo se percató de mi presencia. Se giró bruscamente y nos cruzamos las miradas como aquella vez en la ciudad. El objetivo de su cámara me enfocaba, presentí  el girar del zoom. Me siento desnuda  por un  momento pero en vez de poner en acción su cámara,  como si estuviéramos cara a cara  escucho una voz que me dice: " Todas las respuestas están en tu interior. Escucha tu corazón". Me quedé sorprendido porque aquella voz y aquellas palabras eran las que una y otra vez se habían repetido en mis sueños. Y en ese instante fue cuando sentí que mi alma no tiene límites y que soy dueño de mi propia vida.  Que todo es posible. Que tu mente lo piensa, tu corazón lo siente y tú lo creas. Había creado mi felicidad.  Me enamoré de aquella mujer.


Amor, ¡qué bonito lo has contado!
Fue así como tú y yo nos conocimos. Así empezó nuestra historia de Amor. Una particular historia entre Juan y yo. Mi Juan Salvador  Gaviota.

                                                                                           Rosa.

Relatos cortos: Escrito por Rosa Fernández Salamanca
Todos los derechos reservados.

domingo, 29 de abril de 2018

El pequeño saltamontes. Relato corto escrito por Rosa Fernández Salamanca.

Versión en vídeo y versión escrita.






Cuenta una antigua leyenda que una bonita flor de nombre muy raro se despertaba cada mañana con lágrimas de rocío en los ojos. 
                                                     
Se pasaba el día contemplando los insectos que revoloteaban a su alrededor haciéndole danzas de cortejo, y aunque era la flor más deseada del vergel no podía evitar sentirse triste porque no era libre para elevar su vuelo como otros seres vivos del jardín.


Un día, al despertar, se le escapó un suspiro que transportaba con él su mayor deseo de volar llegando a los oídos de una preciosa crisálida que dormía en el hueco de un tronco cercano. 

Dicen que las crisálidas son seres mágicos que pueden conceder deseos antes de salir del capullo y convertirse en seres adultos. La crisálida se condolió de la flor y concentrando su último aliento usó la magia para convertirla en un pequeño saltamontes que llegó a un colegio dando torpes saltos por su falta de experiencia. 



Los niños, de miradas ingenuas y transparentes, advirtieron que el saltamontes no se movía con la agilidad propia de los de su especie por lo que pensaron que estaba herido. Todos intentaban cogerlo una y otra vez, y nadie se daba cuenta de que al final, el pequeño saltamontes acabaría muerto en algún rincón del patio. 

Solo un niño, un niño de corazón hermoso, con carita de ángel y sensibilidad extraordinaria pudo ver la flor que había dentro de aquel insecto. Lo tomó con sus deditos tiernos y con esa dulzura con la que se tocan las flores, lo llevó a un macizo cercano y lo dejó allí, sobre la tierra, esperando que la flor descubra que la mayor belleza es SER lo que uno ES y desee volver a su estado natural. Desde entonces se ve a Pablo todos los recreos sentado junto al jardín, esperando de nuevo la metamorfosis del saltamontes y recibir a la flor con su corazón henchido de amor. 
                                                                                         Rosa 

        


                                                                                              

            Relato corto escrito por Rosa Fernández Salamanca
           Todos los derechos de autor reservados                                                                                   

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...