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miércoles, 29 de enero de 2020

Rosa y el sombrerero loco


El sombrerero loco no para de mirar su reloj, es como si  quisiera parar el tiempo. Por primera vez en su vida no va con prisas, no corre, no tiene que ir a ninguna parte, no desea moverse de allí. Dos cafés en la mesa humean en unas tazas de porcelana antigua. Alicia, después de probar un poco de café mira la imagen del gran espejo situado frente a ella. ¡Qué raro! No hay café sobre la acogedora mesa de madera sino unas copas de Martini. Se mira en el espejo y se reconoce a sí misma, pero no es Alicia, va vestida de otra forma y se llama Rosa. No ve al sombrerero loco, es una mujer quien está sentada junto a  ella. Alicia la mira fijamente porque le resulta familiar pero no sabría decir de qué. Se pregunta en qué otra dimensión habría entrado y cuál sería la puerta que le ha permitido acceder a ella.


Rosa, por su parte, atraída por una fuerza invisible no para de mirar también hacia el interior del espejo, y  observa sorprendida a Alicia y al sombrerero tomando café. El espejo refleja un famoso cuento infantil  pero  al mismo tiempo una dimensión paralela de su realidad: no es la primera vez que esos personajes aparecen en su vida. 

María, su amiga, repara en el viejo espejo preguntándose qué habría allí que llama insistentemente la atención de Rosa, pero no ve nada raro; solo dos amigas filosofando sobre la vida.


Es hora de irse, el sombrerero tiene que hacer un viaje muy importante, debe enfrentarse a los lacayos de la reina en el interior del Aula Magna. Deberá acceder al interior de la estancia a través de dos grandes puertas amarillas y será una lucha muy dura contra escaleras de color. Alicia que lo sabe lo atrapa con su bufanda y le mete en el bolsillo sin que se dé cuenta un as de diamantes.

A este otro lado del espejo dos mujeres abrazadas.


                         Relato escrito por Rosa Fernández Salamanca


A mi sombrerero loco. 
Para que el universo le devuelva lo que debería ser suyo desde hace una eternidad.

viernes, 27 de julio de 2018

Mi historia de Amor.

Aquí os dejo mi Historia de amor en vídeo



jueves, 12 de julio de 2018

"Atrapadas" . Historia escrita por Rosa Fernández Salamanca

Versión en vídeo y versión escrita.






ATRAPADAS


Mi amiga Carla y yo paseábamos tranquilamente por Market Street viendo  tiendas y haciendo algunas compras.
  
Formábamos parte de un grupo de turistas haciendo un Tour por la ciudad cuando sin darnos cuenta nos despistamos y fuimos a parar al barrio de Tenderloin, uno de los barrios más peligrosos situado a tan solo unos minutos del corazón de San Francisco.  Se trata de un barrio de yonkis y vagabundos donde la seguridad en las calles deja mucho que desear. 

Delante de nosotras,  a la altura del  785 de Eddy Street, un  hombre asestó tres puñaladas a una mujer.  Nos quedamos paralizadas ante el horror de la escena mientras la gente pasaba de largo. Criticamos duramente la indiferencia  de aquellas personas ante una situación  así y les hicimos un juicio rápido  en nuestras mentes con veredicto de culpabilidad.  Las sirenas de la policía se oían a lo lejos, el cuerpo  de la mujer estaba tirado en el suelo y nosotras observábamos la escena a pocos metros sin saber qué hacer. 

Tenemos grabada la imagen de aquel hombre: alto, musculado,  la cabeza rapada y una calavera tatuada en el brazo derecho con un cuervo negro sobre ella, picoteándole  las cuencas de los ojos.  El miedo se apoderó de nosotras  mientras la policía nos gritaba que nos apartáramos  para acordonar la zona. 
Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, Carla y yo nos cogimos de la mano y nos dimos media vuelta  buscando el camino de regreso a Market Street.



Regresamos al hotel media  hora antes de la comida, justo para darnos una ducha y bajar al restaurante.  Por la tarde teníamos previsto coger el ferry para visitar el famoso penal de Alcatraz y navegar  bajo el puente Golden Gate. Carla y yo no intercambiamos ni una sola palabra durante la comida.
El peso de la conciencia caía sobre nosotras. Al condenar la indiferencia de aquellas personas nos habíamos condenado a nosotras mismas. 


 

Cogimos el ferry en el muelle 33 y cruzamos la Bahía de San Francisco llegando a la isla en unos 15 minutos.  Cuando desembarcamos, lo primero que nos llamó la atención fue la cantidad de gaviotas que había por todas partes. Nos dieron unos folletos y unos  audioguías en español que narraban la historia del penal.  Visitamos las celdas, el comedor,  la biblioteca y paseamos por los corredores imaginando la vida de los presos en condiciones infrahumanas. Es una visita histórica que goza de cierto morbo para el público ávido de  saber las calamidades por las que pasa el ser humano.


Me impresionó muchísimo el Pabellón de castigo donde se encuentran las celdas de los presos más rebeldes. Nos explicaron las historias de sucesos paranormales ocurridos en la celda 14D,  un agujero oscuro, lúgubre, frío, y con un aire  rancio apenas respirable. Dicen que el dolor  y la tortura  vividos en ella por los presos,  han quedado impregnados en las paredes de la celda y que cualquier persona que entra puede percibirlo. Fue el sentimiento  más espeluznante de toda la visita.


 



La isla alberga una gran colonia de gaviotas que graznan sin cesar y no sé por qué, imaginé  a los presos encerrados en sus celdas,  acosados por cientos de gaviotas merodeando sus cabezas y gritándoles ¡culpables! ¡culpables!


Las fotos que hicimos al atardecer de regreso en el barco, fue nuestro mejor momento del día. 


Por la noche llegamos al hotel muy cansadas y decidimos meternos en la cama pronto aunque no conseguíamos conciliar el sueño. Escuchaba  a Carla dar vueltas, a un lado y a otro, y le pregunté por qué estaba tan inquieta. Bruscamente  me vomitó encima:
- ¡Ese desgraciado nos ha arruinado el viaje! Podía haber tenido el detalle de matarla en privado, sin molestar a nadie. No está bien eso de asaltar  la vida de los demás en plena calle dando rienda suelta a sus instintos más primarios. 


Se quedó tranquila al instante, se deshizo de todo su malestar interior con ese humor sarcástico que la caracteriza. Sé que estaba tan angustiada como yo, pero no por las cosas que expresaba sino por las que callaba, por todo lo que no fuimos capaces de hacer.  Y, a partir de ese momento...,comenzamos a desahogarnos.

Habíamos sido víctimas del miedo en una situación inesperada para nosotras,  aunque lo peor era asumir  que nos habíamos unido a ese gran grupo de personas insensibles a causa de la costumbre.
  
Carla y yo estuvimos en silencio durante unos minutos. El aire se hizo muy  denso, así que otra vez como si nos hubiéramos puesto de acuerdo nos levantamos para abrir el balcón  y airear la habitación. Al descorrer las grandes y tupidas cortinas grises nos echamos a reír como dos locas.  Habíamos olvidado que estábamos en el piso 18 del Park Central con grandes ventanales herméticos  que llegan desde el suelo hasta el techo. Era imposible salir de allí.
Nuestras risas nerviosas y alocadas nos recordaron la colonia de gaviotas de la isla de Alcatraz. Estábamos atrapadas  en una gran celda de lujo con conexión wifi de 4G y televisión con pantalla panorámica. Las gaviotas se convirtieron de pronto en nuestras conciencias y nuestras risas, en graznidos recordándonos nuestro error.


Cuando pudimos acallar el ruido de las gaviotas nos quedamos dormidas.


A la mañana siguiente, después de desayunar, fuimos  al departamento de policía y dimos una descripción completa de aquel hombre.


                           Historia escrita por Rosa Fernández Salamanca




miércoles, 4 de julio de 2018

Mi mundo del revés. Audiocuento. Cuento para reflexionar escrito por Rosa Fernández Salamanca



Aquí os dejo otro cuento escrito por mí. Espero que os guste y no olvidéis suscribiros a mi canal. 
Me podéis seguir en youtube.




Si quieres leer el cuento haz clic  aquí

Mi mundo del revés. Cuento para reflexionar. Escrito por Rosa Fernández Salamanca


Aquí os dejo otro cuento escrito por mí. Espero que os guste y no olvidéis suscribiros a mi canal. 
Me podéis seguir en youtube. Versión en vídeo y versión escrita.









Había una vez un bonito campo  de...    

-De amapolas.
- Noo.
Había una vez un bonito campo de....
- De margaritas.
- Noooo.  Calla y escucha.





Había una vez un bonito campo lleno de giralunas.
- Giralunas? 

-Sí.  Son unas flores con grandes y hermosos pétalos blancos. Grandes pamelas cubren sus cabezas para protegerlos del Sol especialmente en los meses de verano. Son tan espectaculares y tan extraños q muy pocas personas han tenido la oportunidad de contemplar uno. Viven en las alturas, encima de las montañas, muy cerquita del cielo y lejos de las grandes ciudades, así pueden ver con claridad la luz del firmamento en las noches de luna. Dicen que estas flores pueden tener tallos de entre 20 y 30 metros de altura porque se estiran cada día para dar las buenas noches a la Luna.

-Hala! Eso no puede ser.
-Que sí, abuelo. En mi mundo del revés es posible todo: puedo hacer realidad cualquier sueño, puedo pintar La Venus de Botticelli  con el pelo corto, escribir libros con muchas páginas en blanco, incluso ser un trovador del siglo XIII que toca el Ukelele mientras dedica canciones de amor a las gaviotas. No hay nada que no sea posible.

-Nico, cuéntame más cosas de ese mundo tuyo.
-Si quieres conocerlo tienes que permanecer en vigilia durante la noche, porque solo cuando el Sol se rinde a la hierba verde y la Luna nos ofrece su cara ilumninada podemos sentir como unos pequeños duendes dormidos en nuestro interior se desperezan suavemente y orientan sus cabezas hacia la Luna.


-Y por qué estas flores no son como los girasoles, Nico? ¿Por qué no les gusta el Sol?
-Porque hacer todo lo que hacen los demás es muy fácil, abuelo, pero tener personalidad y atreverse a SER distinto a los demás es cosa de héroes. ¡Los giralunas son mis héroes! Hacen justo lo que desean, y no se ven cohibidos por leyes que rigen los comportamientos de otras plantas.
¿Tú sabías abuelo, que los girasoles cuando son pequeños se despiertan cada mañana y se mueven hacia el Sol, haciendo un recorrido de este a oeste?
-Claro, Nico de ahí les viene el nombre de girasoles.


- ¿Y qué mérito tiene hacer todos los días lo mismo? ¿No se cansan de tareas rutinarias que no necesitan de ningún tipo de emoción ni creatividad para realizarlas?
¿Sabías que los girasoles cuando dejan de crecer dejan de realizar su danza al Sol? Yo creo que los girasoles son como las personas adultas que cuando crecéis y os hacéis  mayores dejáis de bailar y reír a carcajadas.

 

Los giralunas, en cambio, son como los niños, un poco traviesos, se cuelan en las personas que visitan sus campos de noche y las hacen soñar. Por unas horas les hacen vivir aventuras locas y llenas de emoción, les devuelven la juventud porque son imprevisibles, esos pequeños duendes nunca sabes qué te tienen preparado.
Por eso me gustan mucho los giralunas. Son dadores universales de Vida.
-Oye, Nico. ¿Tú podrías llevarme a ver esta noche esos amigos tuyos?
-Claro que sí, abuelo. Pero tienes que saber una cosa…
-Sí, Nico?


-Pues que si vas allí y los ves, si comes de sus semillas y hablas con ellos jamás volverás a ser el abuelito que eras antes…
-Quieres decir que…
-Sí. Te convertirás en una persona completamente diferente. Harás cosas que nunca te atreviste a hacer antes y es´ posible que mamá y papá incluso piensen que estás loco.
                                

Cuento escrito por Rosa Fernández Salamanca

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lunes, 2 de julio de 2018

Mi soldadito de plomo. Versión personal de la historia. Vídeo. Cuento escrito por Rosa Fernández Salamanca


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