
-Hermanos -dijo-, orad; y cuando hayáis orado una y otra
vez, y vuelto a orar, sin duda alguna lloverán ratones del cielo.
Al oírlo, el perro rió para sus adentros, y se alejó de los
gatos, diciendo:
-¡Ciegos e insensatos felinos! ¿No está escrito, y no lo he
sabido siempre, y mis padres antes que yo que lo que llueve cuando elevamos al
Cielo súplicas y plegarias son huesos, y no ratones?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario