aturdida por el fuerte olor
a resina quemada…
pedí perdón a
Dios,
por sentirme
enamorada.
Los dos en
silencio
cara
a cara,
…mientras el incienso ardía
y la luz de las
velas
en su ir y venir
me acompañaba.
Alcé la vista,
miré sus ojos con aire insolente:
este afecto es tu capricho,
en la persona equivocada.
No hubo palabras
ni reproches,
un indulto
manifiesto
que inundó de
pronto el templo
con la bondad de
su mirada.
Tú eres mi árbol
prohibido...
Ante Dios me
confesé,
por lo mucho que te amaba.
Rosa
Muy bonito, contiene un gran sentimiento.
ResponderEliminarNunca, nunca más. Yo vivía hace mucho, mucho tiempo, dentro de mi coraza, puestas las caretas. Acariciando con mis alas, siendo solo un soplo de viento en quienes me daban su afecto, sin reparar en los malvados. No interesaban. Un día quise posarme en un corazón, no sabía como parar mis alas...Me las cortaron, y aún gotean sangre. Nunca, nunca más volveré a querer posarme en ningún alma. Seguiré aleteando, como pueda, como sepa y me dejen, y...siempre huyendo. No volveré a quitarme la armadura, no volveré a quitarme todas y cada una de mis caretas, no volveré a volar con soltura, no volveré a sentir la amargura desgarradora. Amargura déjame aceptar tu desagradable sabor, pero apaciblemente, en mi soledad, donde nadie tiene cabida. Duele tanto vivir!!!. Nunca, nunca más dejaré mi alma desnuda, sólo, puede ser, ante quienes me aprecian y sólo un soplo. Quiero ser aire, mis alas siempre estuvieron rotas. Quiero huir, pero no hay escape posible para una mariposa con las alas rotas.
ResponderEliminarTe siento tan cerca que puedo respirarte, te adivino tras de mí, sombra de mi sombra andando sobre mojado; mis huellas son tus pasos, mis estelas tatuajes de tu corazón descalzo. Puedo respirarte, oigo tu batir de alas mirando al cielo, intuyo tus versos ocultos bajo encajes de dolor, requiebros no paridos, cortejos incorpóreos, crisálidas que se duelen recordando el ayer, mariposas de seda en corazón de mudanza, capullos hendidos con jarabe de hiel.
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