¿Recuerdas cuando eras un niño? ¿Recuerdas que llorabas cuando te caías o te hacían sufrir emocionalmente? !Qué fácil era!.
Compungías el rostro y las lágrimas empezaban a brotar. Pero pasada la etapa de nuestra infancia, hemos olvidado cómo llorar o nos han inculcado no hacerlo. Contenemos nuestros sentimientos, los ocultamos y pasamos a otra cosa. Sin embargo, las fuerzas de la represión permanecen. Como un volcán, las emociones reprimidas buscan explotar... coloreando nuestras percepciones, generando temor, afectando nuestras relaciones, desvaneciendo nuestra alegría y, a la larga, explotando en la forma de síntomas físicos o problemas emocionales.
El llanto es terapéutico, no te inhibas cuando tengas necesidad de él. Es un recurso que tiene el ser humano para recuperarse, para curar sus heridas, para cicatrizar lesiones.
Por suerte para mí, soy una persona de lágrima floja.
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