Ansiedad.
Puta ansiedad. Enemigo público de la sociedad actual. Ataca ferozmente a quien se muestra
desprevenido... al fuerte, al débil, al hombre, al niño y a la mujer.
Avanza
sigilosamente, de puntillas, se mete en tus entrañas pasando desapercibida. No
respeta tu intimidad, no llama a la puerta, se instala de okupa en brazos de tu
ingenuidad…
Y un día
adviertes que no estás sola. Algo controla tus latidos, tu respiración, tus
movimientos. Y es ella, la ansiedad. Un estrés
contenido a lo largo del tiempo, inadvertido, un exceso de actividad, un pensar
constantemente en el ayer y en el mañana, un no parar de la preocupación.
¿Y por qué? ¿Por
qué me tocó a mí? ¿Qué era aquella cosa que yo solamente asociaba con una vida
problemática y llena de grandes conflictos?
Pues no
había otra respuesta más que la vida. Vivir a tope, ocuparme y preocuparme por
mi trabajo, por mis hijos, por mi casa.
La mujer que trabaja fuera y dentro de su casa
tiene que tener más cuidado con su salud. Siempre atareada, física y mentalmente,
siempre con la cabeza en las cosas que faltan por hacer, una rutina continua que
te desgasta sin darte cuenta. Fuerzas la máquina y es ella la que te avisa de
que hagas un alto en el ritmo de vida, que bajes la aceleración o te verás precipitando en una cuesta y sin frenos.
Si a todo
esto le añades una personalidad perfeccionista, un gran sentido de la
responsabilidad, una fama laboral satisfactoria, y un querer mejorar cada día,
te encuentras con que tu nivel de exigencia hacia ti mismo se convierte en tu
mayor enemigo aunque sea el que te mantiene ahí arriba.
Empecé a
notar sus efectos tras un accidente de tráfico tras el que me quedé con una
sensación de vértigo y mareo continuo. Empecé a preocuparme ya que los mareos me venían en cualquier sitio y lo pasaba muy
mal.
Al principio
disimilaba, no quería que nadie notara que me encontraba mal pero era evidente
mi rigidez de cuello y mis movimientos robóticos. Cuánta más gente había, más
mareada me sentía, y empecé a coger miedo a ir a los sitios donde las
aglomeraciones eran notables. Pero el temor y la evitación de las situaciones
no hacían más que agravar mi problema y de pronto me di cuenta de que había
algo en mi interior que controlaba mi
voluntad, ya no hacía las cosas que quería sino las que creía que iba a poder
realizar.
Me sentía
mal en las colas, donde estaba parada mucho tiempo sin moverme, sentada en una
consulta , en la peluquería, en una reunión, o en cualquier sitio de donde yo
pensara que era difícil escapar o salir disimuladamente.
Mi mal se
calmaba y desaparecía totalmente cuando salía de esas situaciones pero como pescadilla que se muerde la cola
cuantas más cosas evitaba más se alimentaba mi ansiedad y mis miedos.
¿A que todos
tomamos una pastilla cuando nos duele la cabeza? Pues yo solucionaba mis problemas
evitándolos, sin darme cuenta de que estaba entrando en un pozo sin fondo.
Antes de que
aceptara que tenía ansiedad (para mí era imposible esa hipótesis porque no
tenía grandes problemas y mi vida era fácil y feliz), hice un
recorrido por todos los médicos especialistas que pudieran decirme por qué
sentía esos mareos tan caprichosos. Y fue después de todo esto cuando decidí aceptar
el hecho de que sufría de ansiedad y me hice una
pequeña experta en el tema. Creo que podría haber realizado una tesis doctoral sobre
esta enfermedad por la cantidad de libros leídos y la información recabada de todas
las fuentes posibles.
Acudí a un
psicólogo durante un mes y medio, porque me parecía que mi calidad de vida
estaba por encima de los 50€ semanales que me llevaba, pero pronto me di cuenta
de que una vez que asumes el problema, que sabes en qué consiste y conoces las
técnicas necesarias sobre respiración y relajación puedes trabajar en solitario
siendo consciente y sobre todo constante. Quizás si desde el principio hubiera
visitado un psicólogo clínico que me hubiera hablado de la terapia cognitivo-conductual, en vez de un Psicólogo general, mi sufrimiento hubiera
sido menor, pero ¿quién sabe dónde tiene que dirigirse cuando no sabe ni siquiera
qué es lo que tiene?
Ahora ya lo
sé, sufrí una ansiedad con pequeños ataques de pánico que podría haberse
convertido en una agorafobia (en el sentido psicológico de la palabra).
Por eso, a
partir de ahora, quiero dedicar esta página a los problemas de ansiedad.
Compartir con mis amigos del día a día y con toda mi familia virtual todo lo que
pueda aportar sobre el tema…Porque no se sabe lo que es la ansiedad y lo que te
hace sufrir hasta que uno la pasa.
Rosa.
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