Foto de Rosa Fernández |
Hoy está la playa salvaje,
los pies descalzos en
la arena,
la resaca se lleva mis pasos,
borra mis huellas.
Me gusta sentarme en la
orilla
y ver romper las olas,
adivinar lo que sienten,
por qué lloran.
Pierdo la mirada en el mar.
Este mar, que me habla sin palabras
me viene a buscar,
salpica mis pies con
rabia.
Creo, que me quiere
contar su historia,
una confidencia de
amor
que le brota del
corazón
y escapa por su boca.
Y mientras, a lo lejos…un barco velero
pone rumbo a otras
tierras,
acariciando otras
aguas
al tiempo que iza
sus velas.
Deja atrás el puerto
de Cabo Palos,
sus noches de luna
llena,
cuando acariciaba el
Mar Mediterráneo
y besaba las playas
de Cartagena.
Escucho una voz:
-Todo listo, Capitán. Fuerte viento por la popa.
-¡Amarren cabos, larguen velas…!
Soy testigo, es un pulso entre mar y viento,
el uno tirando hacia fuera, la otra,
hacia tierra adentro.
Comprendo que la mar esté furiosa;
no está dispuesta a dejar a su amado
a merced de los vientos.
Rosa
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