Es
sólo cemento,
cemento
negro que me ciega.
Kilómetros
de autopista, carreteras
que
unen ciudades distantes
pero
en el fondo iguales.
Grandes
torres y edificios,
nubes
negras, polvos rápidos,
tóxicos,
contaminantes.
Personas que deambulan por las calles,
¡qué
digo! ¿deambular?
no es ésta la palabra,
es
un andar con rumbo fijo
sin
tiempo para nadie.
Dormir
a la intemperie
es
un cáncer que nadie quiere,
se
relega a los pobres e indigentes,
inadaptados
sociales.
Vagabundos,
que
ocultan en sus ropas sucias
miradas
de nostalgia,
corazones
rotos
atrapados en
un viaje
que no conoció el alquitrán
el
asfalto, ni el cemento.
¡Dónde
quedaron los caminos,
las
tierras, los bancales…!
¡Hagamos
juntos un graffiti!
¡Volvamos
a pintar los pueblos,
las
flores, las fuentes, los grillos y los sueños!
muy bueno señora es una maravilla
ResponderEliminarGracias Basilio, me encanta la naturaleza y sin embargo nos empeñamos en vivir en ciudades de cemento. Hasta cuando vamos de vacaciones buscamos las aglomeraciones en vez del silencio de la noche, el susurro del viento, el clamor del mar...
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