miércoles, 30 de noviembre de 2011

El Ricote Erudito.


De estos conozco yo un montón, porque dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Aquí tenéis una poema cortito e interesante.


El ricote erudito 

Hubo un rico en Madrid (y aun dicen que era
más necio que rico>,
cuya casa magnífica adornaban
muebles exquisitos.
  «¡Lástima que en vivienda tan preciosa»,
le dijo un amigo,
«falte una librería!, bello adorno,
útil y preciso.»
  Cierto», responde el otro. «Que esa idea
no me haya ocurrido!...
A tiempo estamos. El salón del Norte
a este fin destino.
  Que venga el ebanista y haga estantes
capaces, pulidos,
a toda costa. Luego trataremos
de comprar los libros.
  Ya tenernos estantes. Pues, ahora»,
el buen hombre dijo,
«¡echarme yo a buscar doce mil tomos!
¡No es mal ejercicio!
  Perderé la chaveta, saldrán caros,
y es obra de un siglo...
Pero ¿no era mejor ponerlos todos
de cartón fingidos?
  Ya se ve: ¿por qué no? Para estos casos
tengo yo un pintorcillo
que escriba buenos rótulos e imite
pasta y pergamino.
  Manos a la labor.» Libros curiosos
modernos y antiguos
mandó pintar, y a más de los impresos,
varios manuscritos.
  El bendito señor repasó tanto
sus tomos postizos
que, aprendiendo los rótulos de muchos,
se creyó erudito.

Tomás de Iriarte

Pues ¿qué más quieren los que sólo estudian
títulos de libros,
si con fingirlos de cartón pintado
les sirven lo mismo?

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